Familia de clase trabajadora en España, 2025 Dicen que España necesita del ladrillo y del turista para vivir. Y a alguien, en alguna parte, más listo que el hambre, se le ha ocurrido juntar los dos asuntos. Así nace la ocurrencia del piso turístico que está asolando el país. Porque no se trata ya de los centros de las grandes ciudades: hay pueblos de montaña que se empiezan a llenar de apartamentos para turistas al tiempo que echan a los vecinos. Las leyes del mercado, dicen. En España no ganamos para sustos ni para disgustos: tras la alegría inicial del turismo low cost y Airbnb, que teóricamente ayudaba a las buenas gentes a ingresar un poquito más, vino la peste, en forma de grandes inversores dispuestos a sacar tajada, pero a lo grande. Los listos suelen olerse los espacios desregulados, adonde acuden dando grandes dentelladas. Tonto el último: cuando el vecino pone un piso turístico, el otro vecino hace lo mismo. En España es fácil hacerse rico: lo dijo Alfonso Guerra. Lo que no ...
Este es el diario de un catalán no nacionalista, lo que podríamos llamar, siguiendo a Habermas, un patriota constitucional, partidario de la igualdad en la diferencia.