A las dos niñas de la foto pueden ponerles el nombre que más les guste. Podrían ser Carmen y Rosario, Dolores y Juana, Pilar y Milagros. Sin duda no se llamaban Jana ni Laia ni Ona ni Aina. Un día, alguien las llevó al fotógrafo. Habían concertado la cita muchos día atrás y se prepararon para el momento. Las cosas se tomaban su tiempo y había que esperar. Les compraron ropa bonita y blanca, zapatos blancos, un lazo en el pelo de color blanco. El fotógrafo las puso ante un decorado que representa un jardín romántico, con un lago y nenúfares. Ambas llevan un colgante con una medallita. Hay un juego de simetrías y asimetrías entre las dos niñas y un ensayo de composición equilibrada. La pequeña apoya su bracito en un bastón. Puede que el brazo izquierdo de la mayo abrace la espalda de la pequeña, protegiéndola de algo que no aparece en la imagen y que se refleja en esos ojitos negros como dos aceitunas congeladas décadas atrás. Me sorprende el rostro de las niñas. Porque no sonríen. ...
Este es el diario de un catalán no nacionalista, lo que podríamos llamar, siguiendo a Habermas, un patriota constitucional, partidario de la igualdad en la diferencia.