Jaume Collboni es un político versátil. Fue teniente de alcalde con Ada Colau, aunque un teniente de alcalde poco fiable en varias ocasiones. Más de uno pensó que habría sido un gran teniente de alcalde de Xavier Trias, el alcalde de Convergència (o de Junts, o del PDCAT o como prefieran ustedes llamarle) ya que ambos coincidían algunas políticas liberales. Collboni se desmarcó de Colau en los últimos meses antes de las elecciones para posicionarse mejor ante la contienda. Le salió razonablemente bien y consiguió hacerse con el cargo. A Collboni le gustan el turismo y los hoteles y otros negocios afines, y los cruceros aparcados en el puerto, y suele contar que el turismo es una fuente de ingresos muy interesante para la ciudad. Quizás esta fuente de ingresos para las arcas municipales le impide ver el bosque. Y el bosque es, sin duda alguna, terrible: Barcelona exporta ciudadanos hacia las comarcas de su alrededor. Ciudadanos expulsados por la presión insoportable de los alquileres. L...
Familia de clase trabajadora en España, 2025 Dicen que España necesita del ladrillo y del turista para vivir. Y a alguien, en alguna parte, más listo que el hambre, se le ha ocurrido juntar los dos asuntos. Así nace la ocurrencia del piso turístico que está asolando el país. Porque no se trata ya de los centros de las grandes ciudades: hay pueblos de montaña que se empiezan a llenar de apartamentos para turistas al tiempo que echan a los vecinos. Las leyes del mercado, dicen. En España no ganamos para sustos ni para disgustos: tras la alegría inicial del turismo low cost y Airbnb, que teóricamente ayudaba a las buenas gentes a ingresar un poquito más, vino la peste, en forma de grandes inversores dispuestos a sacar tajada, pero a lo grande. Los listos suelen olerse los espacios desregulados, adonde acuden dando grandes dentelladas. Tonto el último: cuando el vecino pone un piso turístico, el otro vecino hace lo mismo. En España es fácil hacerse rico: lo dijo Alfonso Guerra. Lo que no ...