Los términos del debate sobre amnistía para los secesionistas catalanes han caído en un laberinto diabólico. La derecha católica niega cualquier idea de perdón y de esperanza de redención, mientras que el discurso de Sánchez se parece cada vez más al de un visionario cristiano que intuye la reconciliación, o algo parecido a la parábola del hijo pródigo. En medio de este despropósito, Alberto Feijóo se sube al estrado y muestra su carótida hinchada y gesticula como si fuera a desgarrarse la camisa en cualquier momento. Algún asesor del líder es fan de Marlon Brando. Dicho sea de paso: jamás conseguí comprender la parábola del hijo prodigo, que es de lo más críptico del Nuevo Testamento, que ya es decir. Siempre me resultó divertido (por paradójico) que los defensores de la pena de muerte sean los mismos que se oponen al aborto. Eso también me parece críptico y complicado de argumentar: si la vida es sagrada, ¿cómo se defiende que el Estado pueda matar a un reo por el hecho de haber mata...
Este es el diario de un catalán no nacionalista, lo que podríamos llamar, siguiendo a Habermas, un patriota constitucional, partidario de la igualdad en la diferencia.