Se está muriendo la generación más politizada de la historia reciente, la generación del antifranquismo. Las generaciones siguientes, como la mía, ya lo vivimos de otra forma. Yo tenía 11 añitos cuando Franco murió y a veces incluso me parece que el dictador había muerto mucho antes, que solo quedaba de él un recuerdo, la sombra de la pesadilla que vivieron mis padres. La parte de franquismo que viví yo ya era residual y anecdótica, era ridícula. No lo era para los últimos represaliados, sin duda: me estoy refiriendo a la experiencia de un niño de 10 años. Aquélla generación, la de los hombres y las mujeres que fueron jóvenes en los 60 y los 70, se termina. La generación de mis padres y profesores del instituto, de quienes aprendí los valores democráticos y el amor por la libertad y el espíritu crítico, el análisis, los principios éticos, está llegando a su fin. Y no veo un relevo claro. Quizás por eso se allana el camino a la ultraderecha que avanza sin freno por Europa. Fíjense en la...
Este es el diario de un catalán no nacionalista, lo que podríamos llamar, siguiendo a Habermas, un patriota constitucional, partidario de la igualdad en la diferencia.