
Llevo toda la vida escuchando que el Barça es más que un club, que transmite unos grandes valores a sus deportistas y que, por lo tanto, son ejemplo para pequeños y mayores. Una cantinela repetitiva y aburrida. Creo recordar algo sobre la cultura del esfuerzo, como si el albañil que curra a 40 grados en la esquina arreglando la tapadera de la cloaca no fuese un ejemplo de esfuerzo (y el albañil tiene mucha más utilidad social que un balonpedista). Nos hemos hartado de escuchar que el Barça representa a una nación y a una cultura, y que es una vía de integración social y cultural y etcétera.
Es cierto que los futbolistas ejercen una gran influencia sobre la infancia, aunque también deberíamos analizar esa influencia y convenir que quizás no sea la mejor posible. Los niños de la clase admiran a los jugadores por el dinero que tienen, sus coches, sus chalés y sus fiestuquis. Jamás he escuchado a un niño contando lo de la cultura del esfuerzo, ni de la superación ni nada de eso. Ellos están fascinados por el brillo del oro, por los destellos de la ostentación. Estoy hablando de niños de barrio obrero, cuyos padres y madres sudan la camiseta cada día poniendo adoquines y limpiando casas de ricos o las calles a las cinco de la madrugada.
Y de eso va la cosa, de fiestas y de oro. El chaval Yamal acaba de cumplir los 18 y lo celebra por todo lo alto a su estilo de nuevo rico, con las horteradas más caras que se le han ocurrido. Hay que decir: no es nada fácil ser millonario a los 18 y es probable que si yo, a mis 18, hubiese dispuesto de gran cantidad de dinero quizás habría hecho cosas más bien desafortunadas. Aunque a mi, a diferencia de Lamine, no me ponían como ejemplo. Se supone que Yamal tiene algún tipo de tutor o de asesor en el Barça que debe orientarle en su imagen pública, y está claro que el supuesto asesor estaba de vacaciones el día del cumple.
Por lo leído, la fiesta exigía disfrazarse de mafioso, según la prensa. Eso ya es un muy buen ejemplo, pero me he entretenido en mirar alguna fotografía del evento y lo que veo no es un disfraz de mafioso si no de eso que en los Estados Unidos llaman el "proxeneta look", que es otra cosa. Aunque ninguno de los dos sean ejemplares, no es exactamente lo mismo disfrazarse de Al Capone que de proxeneta. Ya saben, grandes colgantes, cadenas y pulseras y anillos de oro macizo, relojes muy caros y esa ostentación grosera de quien quiere contar que le salen billetes por las orejas y hace lo que le da la gana porqué yo lo valgo. Es el look que usan algunos raperos y que, según creo, empezó a explotar el cantante Marc Anthony. En efecto, todo muy ejemplar.
Por lo que se lee, la fiesta del cumple estuvo amenizada por un grupo de enanos (o, quizás mejor, personas con acondroplasia). Eso es un asunto complejo que posiblemente se está usando de forma algo espuria, pero hay que mencionar también la contratación de unas "chicas de imagen". Y, todo junto, tampoco parece que sea muy ejemplar ni que transmita valores muy elevados ni mucha cultura del esfuerzo ni nada de toda la monserga barcelonista ni de su voluntad ejemplarizante.
La verdad es que las cosas del fútbol me aburren y no les presto ninguna atención, pero si me llama la atención es, justamente, porqué muy a menudo tengo que escuchar que este chico es un referente para la juventud catalana y su papel educativo, que ya tiene narices. La aportación del chico Yamal a la historia de la humanidad es la de un tipo muy hábil con los pies, pero nada más que eso. Pretender convertirle en un ejemplo y una referencia educativa es un despropósito aberrante que no lleva a nada bueno y que solo sirve para los intereses económicos y siempre turbios de la cosa del fútbol, en una época en la que ese deporte tiene una importancia descomunal en los medios
Cada vez que veo algo sobre ese deporte me acuerdo de Luis Goytisolo y de una entrevista que le hicieron al principio de la transición democrática española. Preguntado sobre el fútbol, Goytisolo auguró que, una vez muerto Franco, el fútbol iría desapareciendo de la vida social porqué solo era un instrumento de exaltación nacionalista de la dictadura. Poco se podía imaginar el escritor que, a día de hoy, la fiesta de cumpleaños hortera de un futbolista estaría en las noticias y en las tertulias e incluso en este humilde espacio, en donde nunca he escrito sobre fútbol. Y, mucho menos, que la vida de un jugador sería tratada como un ejemplo a seguir.
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