Los chistes sobre el catalán tacaño, el vasco bruto y el gallego con sus vacas ya pasaron de moda. Cambiaron los gustos, las tendencias y las sensibilidades. Y, además, todo sabemos que la proporción de tacaños, brutos y fachas es idéntica en Cataluña que en Extremadura. Los clichés saltaron por los aires.
Sin embargo, hay un político catalán que ha cifrado en 540.000 millones de euros la deuda de España con Cataluña, a partir de la lamentable ocurrencia del "déficit fiscal" entre territorios, que es una barbaridad conceptual insoportable y el fruto de mucha mezquindad intelectual.
Uno se pregunta: ¿en qué invertirían esa cantidad? La invertirían en la construcción patriótica, diría más de uno, en esa obsesión que empezó con el señor Pujol (sí, el más corrupto de los políticos españoles) y siguió con los demás, el absurdo despilfarro con las "embajadas catalanas" (de cuyos resultados no se rinden cuentas jamás), la construcción de símbolos, el agujero sin fondo de una Tv3 en caída libre y etc. Dicho de otro modo: la sanidad y la educación catalanas no son su prioridad, y nos vamos situando a la cola de España, lentos pero seguros. Por lo visto, la atención al ciudadano catalán no es patriótica.
La patria debe de ser otra cosa. Algo metafísico e indefinible, algo etéreo.
El 11 de septiembre recién pasado (pasado a Dios gracias) nos dejó varios discursos sobre la cosa de la lengua, la lengua como la esencia de la patria, la lengua como patria, la sagrada lengua. Pero se fija un poco más en los detalles y descubre qué presupuesto le destina la Generalitat a la lengua. En el curso que acabamos de empezar, hay un/a profesor/a de lengua catalana para 40 alumnos y alumnas recién llegados des de otras partes del mundo. Es lo que aquí denominan "aula d'acollida", aula de acogida: el espacio en el que al alumnado recién llegado se le empieza a enseñar el catalán. Con esa ratio docente/alumnado, a cada alumno/a extranjero le corresponde una hora y media semanal. Se trata de hablar mucho de la lengua catalana pero de gastar poco dinerito en ella. Discursos y campañas sí, inversión no. Exigen integración, pero ofrecen segregación y desigualdad. Esa nueva ciudadanía catalana hablará español.
Que la patria nos salga barata. Que se gasten ellos el dinero en los pinganillos para el Congreso.
Hay algo, en el patriotismo, que siempre le remite a uno a pensar en la religión. Ese sesgo hipócrita insoslayable, el cinismo sacerdotal. Las preguntas le asaltan a uno enseguida: si la esencia de la patria catalana es la lengua, ¿entonces... por qué no invierten en ella?. ¿Solo con imposiciones y multas y amenazas creen que salvarán esa lengua de su declive imparable?. Dicho de otro modo: ¿el miedo a Dios y a los castigos de la Inquisición evitaron la llegada de la Ilustración?
Hubo un tiempo en el que los curas decían la misa en latín y de espaldas a los feligreses. Y esa escena es, cada vez más, la imagen de lo que sucede en Cataluña. En esa Cataluña de símbolos, lacitos, grandes proclamas, banderas, gestos.
"El nacionalismo es más parecido a una religión que a una teoría científica. Las cosas que más excitan a la gente poco reflexiva son las que no existen, como Dios, la nación y todas estas cosas. (...) Las naciones no existen. Existen los territorios y las poblaciones de distintas especies que viven en ellos, incluida la especie humana, pero los humanos que viven en cualquier territorio son siempre de distinta raza, de distinta lengua y demás. Los nacionalistas invierten los términos y piensan que lo que existe es una entidad metafísica, la nación, que es el resultado de la unión mística entre determinado territorio y determinada cultura (lengua), y luego, claro, a la población la tienen que meter con calzador para que encaje en esa nación inexistente. Pero ni encaja ahora ni encajó hace un siglo, ni en la Edad Media ni en la antigüedad, porque la gente que ha vivido en cualquier territorio siempre ha estado mezclada. El nacionalismo es una postura religiosa".
No hay médicos, ni se les esperan. No se les paga como se debe. Así nos encontramos que no hay médicos en el ambulatorio de Vilá-Vilá (Poble Sec), para realizar pruebas de esfuerzo. Están de baja y no se les suple. Y así nos encontramos que una prueba que necesita de un diagnóstico rápido, cuestión de que falle el corazón, está a la espera de que pongan médico para tal fin.
ResponderEliminarHay una opción, por 125 € te la hace una clínica privada en El Prat. De un día para otro, y puedes llevar el resultado a la médica del ambulatorio para saber si esta te ha de derivar a la especialista.
Esto es lo que hay en esta Catalunya que nos han legado y de la que se llenan la boca los que viven de ella.
Ahhh, por cierto, he leído una respuesta muy buena:
P: Quina és la manera de ser del PSC?
R: Viure a Sant Gervasi i creure que vius a l'Hospitalet
Salut ¡
Faltan médicos, maestros, enfermeras, asistentes sociales. Las personas que trabajan en estos ámbitos están al límite. Esa es la realidad catalana. De nada nos sirven una bandera y ya sabemos que, en caso de república catalana, sería igual o peor.
EliminarLo de Sant Gervasi y Hospitalet es muy bueno y muy real. En el PSC debería haber una renovación urgente.
Pues esto le está pasando a Mayte ( mi señora). Así que iremos esta semana a la privada y llevaremos el volante a la de cabecera, pues nos ha dicho que no podemos dejarlo y que necesita saber de esa prueba porque quiere descartar cosas. Tal como suena.
ResponderEliminarLa frase es de Gregorio Morán.
Un abrazo
asociacionarec
ResponderEliminarEl equilibrio financiero es un arte. Controlar la deuda familiar es como navegar con destreza en un mar de oportunidades sin naufragar. Planificación y responsabilidad son las brújulas hacia un futuro financiero seguro