40 años atrás, en la facultad, éramos idealistas y leíamos a Paulo Freire. Y estábamos convencidos de que la educación, si no cambia al mundo, sí cambia a las personas que cambiarán el mundo. En la facultad nadie se planteaba si este trabajo nos iba a hacer ricos, si se pagaba bien al docente, si las condiciones eran buenas. Creíamos en el poder de la educación y eso nos bastaba. Íbamos a dejar un mundo mejor que aquel que nos legaron. Algunos incluso pensaban que nuestra promoción derribaría el aparato escolar entendido como uno de los aparatos del estado destinado al control y a la represión. Después de nosotros, nos decíamos, la escuela ya no perpetuará jamás las clases sociales y será el motor del cambio.
Luego, con los años, algunos se fueron situando en el sistema y otros se esfumaron, atraídos por las empresas, la política o la vida bohemia. Jamás pude decidir quien obró mejor. Algunos tardamos más o menos tiempo en entrar, pero la mayoría estamos todavía en las aulas y algunos en los despachos al lado de las aulas. Tras esos 40 años la ley natural empieza a expulsarnos y nadie se resiste: el cansancio puede más que la nostalgia.
Tampoco nadie se pregunta si dejamos un mundo mejor: haber llegado vivos y en un estado aceptable es suficiente. El argumento era este y uno lo descubre más tarde. Durante estos años hemos visto pasar gobiernos y leyes y decretos y normativas y otra vez leyes y ministros, pedagogos orgánicos. Y sobre todo muchos niños, niños que se mantienen en su edad mientras nosotros envejecemos. A veces pensamos que los niños han cambiado, pero es un pensamiento pequeño: cambió todo, cambió el mundo. Ya sea por la revolución tecnológica, la globalización, los movimientos demográficos, el empobrecimiento de la clase media. Todo lo que nos contaron en la universidad servía para muy poco a los pocos años de empezar y luego pasó a no servir para nada.
El aparato escolar nos fue absorbiendo. Informes, planes, boletines de evaluación, programaciones, informes de resultados, memorias, indicadores, rendición de cuentas, nuevas programaciones de acuerdo a los nuevos decretos, digitalización y ocurrencias de toda clase: enseñanza globalizada, trabajo por proyectos, educación emocional, el centro de interés y el interés del niño, la unidad didáctica y la situación de aprendizaje, el profesor perfilado, el decreto de plantillas, los planes individuales, la atención a la diversidad. Ahora, en este tramo que conduce hacia el final del camino, nadie se pregunta ya si dejamos un mundo mejor ni si llegamos a sentir el poder de la educación que prometía Freire. La mayoría dudamos de que la escuela iguale o favorezca el ascenso social, pero no solemos pensar mucho en eso. Si pensáramos en eso terminaríamos sintiéndonos culpables de un crimen del que no somos responsables.
Al final uno recuerda pequeños instantes y algunas personas, satisfacciones diminutas, escenas desperdigadas en el tiempo, sonrisas a las nueve de la mañana, una sesión de pintura al aire libre, en esos patios de las escuelas que son tan grises, la carta del ex-alumno.
Hace más de un año confisqué un cochecito de plástico de un niño porque el juguete le impedía seguir la clase, y hace unos días lo encontré en el fondo de mi mochila. Me sonreí y a la vez me sentí culpable por este acto de crueldad perpetrado en nombre del bien de los demás, eso que tantas veces hacemos. Pensé en situar el cochecito en un lugar muy visible del salón, como objeto para meditar sobre esos 40 años que han pasado des de la facultad hasta las puertas de la retirada.
Algunas voces aúllan: estamos peor que nunca, ya no se aprende nada y apenas se leen libros, la gente es más maleducada, ya no hay respeto por nada, eso antes no pasaba. Es entonces cuando me doy cuenta de que algo hicimos bien a pesar de todo y de que, más allá del idealismo destinado a la frustración, sostuvimos algo en tiempos difíciles y eso era todo, que es mucho.
Es una entrada digna de ser leída un par de veces. La primera para entrar en materia, para ponerte triste, la segunda.
ResponderEliminarEntiendo todo lo que pones, todo, pero no logro comprender el final.
Nos dices: "...Algunas voces aúllan: estamos peor que nunca, ya no se aprende nada y apenas se leen libros, la gente es más maleducada, ya no hay respeto por nada, eso antes no pasaba..."
Y yo pregunto, ¿No se quejaba el maestro de Assur, hace 2000 años a.C, de la nula atención que le prestaban sus alumnos cuando rompían las tablillas de arcilla en lo que debía ser un colegio mientras él daba clases?, ¿no ha pasado siempre que los niños que nos hemos hecho mayores nos quejamos de los niños que todavía lo son comparándonos con ellos no coetáneamente sino contemporáneamente?
Encuentro a faltar una asignatura llamada Urbanidad, y sé que de casa se ha de venir aprendido, pero la encuentro a faltar.
Un abrazo y un diez por tu entrada.
¿Cuál podría ser, si no, la causa de una ausencia de valores en nuestra sociedad?
ResponderEliminarLa pérdida de valores es algo de lo que se habla desde hace miles de años. Sin embargo, hay valores respetados y seguidos por la mayoría. Otra cosa es que aparezcan nuevos valores que no les gusten a determinadas partes de la sociedad. Y si uno piensa realmente que los valores buenos o verdaderos se pierden solo expresa nostalgia por un modelo social que ya no volverá. Y por fin: los valores los transmite la sociedad entera, la escuela no puede andar sola.
EliminarEn mi pluriempleo,he llevado el trabajo en la industria con la enseñanza,hasta que terminé en la pública.Nunca pensé en valores,ni que iba arreglar el mundo,sólo era trabajo y en todas partes cuecen habas.Los niños y no tan niños,siempre me parecieron iguales,pero con sus diferencias temporales,eso sí, siempre que si eran más malos,que si no leían. Claro que mis alumnos fueron de Ciencias o de Tecnología, no muy propensos a la lectura,pero con inquietudes hacia lo técnico. Así que la lectura ,el gusto por ella,no elimina a nadie.Te voy a decir que un yerno es catedrático de escuela técnica superior,nunca le verás con libro de lectura, siempre con el ordenador,diseñando circuitos,aplicando gráficos y cálculos matemáticos
ResponderEliminarSaludos