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EL MALESTAR EN LA DOCENCIA


Bajo este título, un lector sospecharía que me voy a poner sindicalista y exigiré mejor sueldo. O mejores condiciones laborales, como más vacaciones o más horas libres. Pero no se trata de eso, ni tan solo del disgusto que nos llevamos los docentes tras ver los pésimos resultados en comprensión lectora y matemáticas, que es muy grave y de veras muy decepcionante. Uno solo puede horrorizarse ante una generación incapaz de comprender lo que lee, que es una sociedad manipulable hasta el infinito.

Se trata de otro asunto. Como ustedes saben, la escuela de hoy le dedica esfuerzos y mucho tiempo a la educación en valores. El alumnado recibe grandes dosis de pautas de pensamiento social: igualdad, solidaridad, empatía, gestión emocional saludable. En este ámbito se deslizan muchas ideas de tipo político, a veces bajo el paradigma científico: sostenibilidad, responsabilidad ecológica, reciclaje. Hay un discurso elaborado contra el derroche, a favor del bien común.

¡El bien común! Sin embargo, tras muchas actividades y muchas propuestas y muchos lemas, uno observa lo que hablan entre ellos el alumnado y se lleva la sorpresa: a la hora de la verdad el mensaje no ha calado lo más mínimo. El alumnado se limita a repetir las consignas enseñadas cuando está ante el docente, porque sabe que eso es lo que se espera de él y además quiere aprobar la asignatura de Valores. En la realidad, nada de eso ha calado. O lo ha hecho de un modo superficial y en un sentido artificioso. Algo está fallando. El individualismo triunfa como reacción ante el discurso oficial. A una edad muy temprana están obsesionados con las marcas. Con las marcas más caras, por supuesto: Iphone, Guess, Tesla. Sus ídolos son los futbolistas multimillonarios, las estrellas del pop que lucen mucho oro en su piel. Estoy hablando de niños y niñas de clase baja o muy baja: parece que lo único transversal sea el amor por lo caro, ese logotipo de la gama alta.

Uno no puede pasar por alto que, en la actualidad, cuando en algún lugar hay una revolución la masa no se va a tomar el Palacio del gobierno: asalta las tiendas de electrodomésticos y de ropa cara para saquearlas. Lo que importa ya no es el presidente ni el gobierno. Lo que importa es tener cosas, y cosas de marca para lucir ante los demás y distinguirnos de esos de los que decimos que son nuestros iguales, pero queremos distinguirnos de ellos por lo mucho más que tenemos. Y queremos tener más, sin ningún atisbo de redistribución ni de solidaridad. Algo falla en nuestra democracia y en nuestra educación cuando el deseo de libertad individualista arrolla lo aprendido sobre igualdad.

El conflicto siempre ha estado entre libertad e igualdad, y en este instante del siglo XXI prevalece el principio de libertad de forma abrumadora, solo hay que mirar alrededor. O escuchar los discursos de Ayuso o de Puigdemont, que cuentan lo mismo. El triunfo de Bukele en El Salvador no es ninguna anomalía, y quizás deberíamos temer que se acerca el fin de la democracia, propiciado por un exceso de énfasis en la igualdad y de discurso omnipresente sobre el pensamiento correcto. (En el caso salvadoreño, el debate se sitúa entre seguridad y libertad, pero aquí también pierde la democracia). Quizás necesitamos pequeñas desigualdades para tener pequeñas revoluciones. La democracia es como el amor: se debe actualizar cada día. De nada sirve proclamar "España es una democracia des de 1978", del mismo modo que de nada sirve decir "te dije que te quería en 1978".

La democracia no cayó del cielo y hay que velar por ella, trabajar para ella. Pero eso se debe hacer des de la racionalidad y sin dogmatismos ni eslóganes. Siento ser poco optimista en sábado de Carnaval, pero lo que hay es malestar en el estómago.


Comentarios

  1. La democracia, tal como la conocemos, está en sus fines, Lluís.
    Hemos perdido libertad en busca de seguridad, tu mismo has puesto el caso de Bukele, pero eso trae consigo otros parámetros que son insoportables en una democracia:
    ¿Cómo se puede mantener a casi 80.000 reclusos de edad adolescente entre rejas?
    ¿Cómo se les reconducirá?
    ¿Cómo se pondrán reformar?
    ¿Qué proyecto habrá para ellos?
    ¿Qué sistema puede sostener esa pérdida generacional?
    ¿Cómo sostendrá El Salvador, país con once mil km2 menos que Cataluña y con un PIB inferior, la reforma de estos reclusos?
    Todo esto me hace pensar que el sistema , en si mismo, buscará soluciones más drásticas, a manos de la I.A. , donde quien mande no tendrá problemas de conciencia, y la democracia, ya desaparecida, que es a lo que vamos, sirva de telón para una partidocracia a lo Seguritas Direc, porque , no tengamos dudas, si tu le preguntas hoy en día a la población ciudadana salvadoreña si volverá a votar a Bukele, toda, sin excepción, te dirá que sin duda alguna.
    estamos, no lo dudes, al final del ciclo de la democracia.
    salut

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    Respuestas
    1. Eso es exactamente lo que me temo. En España, el debate sobre la amnistía promete terminar con un severo disgusto y la actitud de Junts lo propicia.

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  2. Cuando dices,Ayuso,Puigdemon,creo que deberías continuar con Sánchez, para recorrer todo el espectro político,en cuanto a discurso . Es más, creo que es más culpable.Tratar de arreglar,con 500 millones de euros los problemas educativos,por ejemplo,es una muestra de irresponsabilidad.No creo que la democracia esté en peligro,lo está la izquierda actual,que no responde a los parámetros de la sociedad.Trata de arreglar los problemas con limosnas y subvenciones.
    Saludos.

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  3. Dos subgrupos H y Ho,pertenecientes al grupo G,con la relación H1/Ho=(.......ya no se ve más en la pizarra,aún me acuerdo después de 18 años,desde la jubilación, je,je,hay cosas que nunca se olvidan

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