El presidente de México le pide al rey de España que se disculpe por las atrocidades de la conquista española. Es decir, que se disculpe por algo que ocurrió hace 500 años. Se produce una situación paradójica: uno que no hecho nada debe disculparse ante uno al que no le han hecho nada. Aunque paradójica, la situación no es extraña: sin ir muy lejos, la Iglesia Romana ha pedido disculpas por los desmanes cometidos durante siglos en nombre de Dios. En esta tesitura: ¿Netanyahu le exigirá al Canciller Olaf Scholz que se disculpe por el exterminio del pueblo judío? El caso mejicano es posible que deba leerse en clave mejicana, atendiendo a las cosas de su política interna. Y que, a la vez, conecte con el sentimiento republicano español. Las monarquías europeas arrastran sus pies con torpeza y dificultades, y la fractura social no se lo pone nada fácil. De poco sirve que los monarcas se paseen por el orbe con sus iniciativas caritativas: el gesto que esperan muchos no es una dádiva para los
Este es el diario de un catalán no nacionalista, lo que podríamos llamar, siguiendo a Habermas, un patriota constitucional, partidario de la igualdad en la diferencia.