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Mostrando entradas de abril, 2023

CLARA PONSATÍ: DON'T STOP THE MUSIC

Imagen extraída de Crónica Global El show debe continuar. Las bicicletas se caen cuando uno deja de pedalear, por dejadez o cansancio. Clara tiene miedo de caerse. Y lo último que quiere Clara es caerse del candelero: quiere figurar, aparentar que es alguien, que es algo, algo que todavía cuenta. Se apagaron las luces del teatrillo: el público se marchó, algo decepcionado con una obrita que prometía mucho y daba poco, apenas justificaba el sueldo de los actorcillos. Los trabajadores del teatro revisaron la platea, el personal de limpieza hizo su parte. Y cuando el local estaba en silencio, la actriz Ponsatí apareció de nuevo en el escenario y pidió que la iluminaran. El encargado de las luces, a punto de marcharse y disimulando un bostezo enorme, le dio al botón. Sobre el escenario, Clara declamó algo, con aspavientos, un fragmento de la obra, como un bis absurdo que nadie le había pedido. El director de escena, oculto entre las bambalinas, la observaba por un agujerito, como un Norman

QUIZÁS NO EXISTIÓ NUNCA EL TEATRO CATALÁN

En Cataluña se han fraguado muchas fantasías, y todas ellas con la intención de la construcción de una identidad nacional . Pero la realidad es que Cataluña jamás fue una nación demostrable y que sus mitos fundacionales y heroicos se diluyen en la nada como el azúcar en el café, dejando una edulcoración empalagosa. El número de fantasías elaboradas en este rincón mediocre y gris del mundo es casi infinito: la lengua propia, el carácter y la idiosincrasia propios, la genética propia, la historia gloriosa propia, la cultura propia. Fíjense ustedes en que, tras cada uno de esos conceptos, siempre nos añaden el adjetivo propio/a . Por algo será. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Cuando uno indaga un poquito descubre que todo el aparato identitario se sustenta sobre un idealismo pueril, sobre las ideas de unos autores románticos y trasnochados aparecidos en tiempos del romanticismo nacionalista europeo, rechazados a día de hoy en todas partes menos aquí, en esa misma España en

LOS SANTOS SIEMPRE SERÁN NUESTROS

San Jorge es un personaje legendario y fantasioso, de incierta procedencia y con elementos paganos arrejuntados al estilo del sincretismo católico. En cualquier caso, la leyenda y su cuento sirven para entretener a los niños y a las mentes románticas. En cualquier caso, no parece un personaje muy apropiado para el siglo del feminismo: demasiada testosterona y demasiada virgen indefensa como para irlo contando en pleno 2023. No es nada extraño que, en los últimos tiempos, hayan aparecido publicaciones infantiles adaptadas a la modernidad, con santos que entablan amistad y mesa de diálogo con el dragón (hay un dragón vegano), princesas que desprecian la intervención masculina y se enfrentan al monstruo, y una princesa que, hallándose en la encrucijada, prefiere largarse por el mundo con la bestia y deja plantado al caballero. Esta última opción, valga contarlo, quizás no sea muy del agrado del aparato violeta, puesto que incluso a mi me deja perplejo: ¿está alentando la atracción por el

TOT PER JORDI BALLART

El domingo por la tarde me crucé con un hombre solitario que andaba calle arriba. Era un tipo taciturno, de mi edad, al que solo distinguí por un elemento: un enorme pin circular en la sudadera azul mostraba el rostro de Jordi Ballart y su eslógan electoral. Era un hombre solitario y triste. Eso me recordó que vuelven las elecciones municipales. Ballart se presenta otra vez, con una lista renovada sin explicaciones. Se han caído de la lista algunos pesos pesados (pesados en todos los sentidos del adjetivo). Quizás no soportaron esa deriva vergonzosa del populismo victimista que usó a media legislatura o quizás, simplemente, no pueden más con el hombre y su liderazgo antiguo y anticuado, esa forma autoritaria de machismo que ejercen algunas personalidades que se jactan de ser progresistas. Ballart es un hombre con tintes narcisistas, y así lo proclama en esa foto promocional en la que, cuando uno se fija, resulta que evita la mirada. Su gestión durante estos últimos cuatro años es entre

LECTURAS PARA UNOS AÑOS DE MIERDA

Se me ha ocurrido reunir algunos de los libros que me compré para sobrellevar los terribles años de mierda del procesismo independentista catalán. Hay otros muchos, pero selecciono los más obvios, los más deliberados.  Luego hay lecturas que de un modo metafórico o elíptico me reconciliaron con el mundo: Bolaño, García Márquez, Carrère, Casavella, Magris, Vargas Llosa, Cirlot, Cercas, Mutis, Goytisolo, Martínez de Pisón, la relectura de Marsé y etcétera. Esa etapa me dejó señales de por vida, del mismo modo que las deja cualquier vivencia dolorosa. No lo llevé bien, y el daño anímico no consta en la sentencia del procés ni en el código penal, pero los líderes políticos del procés son culpables de ese malvivir que no solo fue mío. Durante esos años me compré varios libros que, de una forma u otra, me ayudaron a sobrellevar el miedo, el asco, la profunda decepción de ver a tantos conocidos, paisanos y vecinos apuntarse a la causa de lo irracional, del odio al diferente, al desprecio y al