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BARCELONA Y EL TIEMPO

Nací en esta callejuela de la foto. Entonces se llamaba Virgen del Pilar y hoy los nuevos tiempos la llaman Mare de Déu del Pilar. Y este soy yo, mirando los balcones de la fachada, 50 años después de haberme marchado de aquí. Salvo las fachadas, ya no reconozco nada. Un poco más arriba, tocando ya casi a la Calle Alta de Sant Pere (hoy Sant Pere més Alt), hay una librería de segunda mano muy pero que muy recomendable. Aquí estuvo la imprenta Bové. Eso me alegra. La librería mira hacia el pasado con dulzura y le hace un guiño semántico a la antigua imprenta. Compro un libro de Juan Eduardo Cirlot, de Siruela, para festejar esa buena nueva y luego lo regalo. Solo está en mis manos unos pocos segundos. Más tarde caigo en la cuenta de que la editorial Siruela todavía existe, aunque orientada hacia otra parte. No me asalta la nostalgia, contra toda previsión. Siento más bien algo ligero y tierno. Casi no queda rastro de la calle de mi infancia aunque cuando uno se detiene percibe olores y
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CARLES: UNA INVERSIÓN SEGURA DE 20.000 €

Lo contaban hoy en los medios. La candidatura Junts+Puigdemont se ha elaborado de una forma novedosa: a cada uno de los 20 primeros de la lista se les exigen 20.000 € y, a los siguientes, la mitad. A los afiliados al partido se les piden 3.000 para ayudar a la causa. Ser candidato por 20.000 € es algo así como reconocer que la elecciones son una inversión que se amortizará en breve. También es una invitación a sacar la mayor tajada posible durante los 4 años de legislatura y, por consiguiente, una invitación al mal. Nadie ha dicho nada de eso, ya nadie se asusta. A medida que los políticos abandonan la política (y por extensión la democracia) todo se ve normal y aceptable. Si usted está en el paro pero dispone de 20.000 puede llamar a Carles. A lo mejor puede hacer una puja, y quizás por algo más de 20 alcance uno de los primeros puestos, todo se puede hablar. El mismo Carles se entrevistó esta semana con la patronal en algún pueblo de Francia. Habló con Sánchez Llibre, antaño diputado

ARAGONÈS TROLEA

Me sorprendió y no me sorprendió el uso del verbo "trolear" en boca de Pere Aragonès, Presidente de la Generalitat. Cada vez es más frecuente que los políticos hablen el lenguaje de la taberna, o els de las redes sociales, como si fuesen adolescentes cabreados. O el cuñado simplón, el que todo lo resuelve con dos frases facilonas y ocurrentes. "Trolear" es un anglicismo ( to troll , de los Trols de la mitología escandinava )  y Aragonès un firme defensor de las esencias catalanas, del idioma de Prat de la Riba y de Guerau de Liost. Pero no duda en acercarse al nivel de la barra del bar cuando se trata de conseguir un titular. Hubo un tiempo, hace años, en que fue noticia que un presidente del gobierno leyera las "Memorias de Adriano" de Yourcenar. ¡Qué tiempos aquéllos! No recuerdo ningún politico de los de ahora revelando sus lecturas. Es posible que todas ellas se limiten a frases de Instagram Ahora el titular es el troleo usado en una acepción errónea,

Un lugar llamado Jan Yunis

El niño de la foto no sabe de la existencia de un lugar llamado Jan Yunis. Para él todo el mundo es una extensión del ambiente familiar, quizás algo más compleja. Aunque en la familia no todo sea amor ni oro todo lo que brilla, cree que el mundo debe ser un lugar bueno para vivir. El niño tardó 50 años en descubrir la existencia del lugar llamado Jan Yunis. Nunca se cruzó este nombre en su vida y, cuando lo hizo, el niño que dejó de ser niño muchos años atrás se puso triste y luego se puso a llorar y luego se calló como quien quiere callarse para siempre en sacrificio íntimo, e imaginó que, si jamás volvía a hablar su sacrificio cambiaría el mundo y terminaría el horror en Jan Yunis. El hombre de 50 miró la foto del niño, invierno de 1966, Barcelona. Con sus deditos imita al caracol, que es su forma de decir tengo dos años. El niño empezó a hablar muy tarde. Quizás ya había decidido alguna forma de silencio votivo. Ahora piensa que debería existir algo más fuerte que el odio, algo más

MORIR DOS VECES

A las dos niñas de la foto pueden ponerles el nombre que más les guste. Podrían ser Carmen y Rosario, Dolores y Juana, Pilar y Milagros. Sin duda no se llamaban Jana ni Laia ni Ona ni Aina.  Un día, alguien las llevó al fotógrafo. Habían concertado la cita muchos día atrás y se prepararon para el momento. Las cosas se tomaban su tiempo y había que esperar. Les compraron ropa bonita y blanca, zapatos blancos, un lazo en el pelo de color blanco. El fotógrafo las puso ante un decorado que representa un jardín romántico, con un lago y nenúfares. Ambas llevan un colgante con una medallita. Hay un juego de simetrías y asimetrías entre las dos niñas y un ensayo de composición equilibrada. La pequeña apoya su bracito en un bastón. Puede que el brazo izquierdo de la mayo abrace la espalda de la pequeña, protegiéndola de algo que no aparece en la imagen y que se refleja en esos ojitos negros como dos aceitunas congeladas décadas atrás. Me sorprende el rostro de las niñas. Porque no sonríen. Mira

VUELVE EL HOMBRE

Lo dijo Salvador Espriu: a veces es necesario que un hombre muera por un pueblo, pero jamás que un pueblo muera por un hombre. Puigdemont no leyó a Espriu. La formación con la que se presenta a las elecciones (no se le puede llamar partido) lleva su nombre y el de Cataluña. No hay ideología, solo el hombre y la patria. ¿Para qué se necesita una ideología, teniendo a un hombre y a una patria? Las ideologías se han convertido en una molestia, en un engorro. El adjetivo ideológico es despectivo. Puigdemont ensancha los límites del populismo, sin vergüenzas ni tapujos. Pronto le saldrán imitaciones, y no sería nada raro ver la candidatura de su gemela, que podría llamarse Populares + Ayuso por España. Por ejemplo. La derecha catalana sigue innovando en su descenso hacia el vacío patriótico. Es un mundo sin reglas: el capricho del Caudillo es la ley. Puigdemont sigue encerrado en su castillo escribiendo listas de acólitos, personas sin experiencia política alguna, sin experiencia de gestión

Juanita en el balcón

Veo muchas mañanas a Juanita, fumando en su balcón. Es una mujer anciana, bata de cuadros y zapatillas de fieltro. Fuma en el balcón de una calle pobre. Juanita ha visto como cambia el barrio, como pasa de pobre a más pobre. Juanita, des de su balcón, ha visto como la tienda de ultramarinos de aquellos murcianos ahora la llevan dos chicos de Tánger que venden la fruta muy barata pese a la inflación y a la reduflación y a todas las demás camamas. A Juanita su marido la obligaba a fumar en el balcón. Su marido le decía que las mujeres decentes no fuman y que eso de fumar en el balcón tampoco está bien porqué todo el mundo te verá y sabrán que fumas, como las indecentes. El marido de Juanita murió hace años pero ella sale a fumar al balcón. Se pasa mucha horas en el balcón, porque a Juanita le gusta fumar y ver la calle. Su marido veía Tele 5 mientras ella fumaba y miraba la calle con esos cerezos bordes y las furgonetas blancas. La vida transcurre bajo los pies de Juanita, que fuma en su