El Museo Marítimo de Barcelona, en las Reales Atarazanas, tiene una pequeña exposición entre sus grandes barcos de la batalla de Lepanto y maquetas navales. Se titula"La infamia", y el subtítulo es "La participación catalana en la esclavitud colonial". Estará allí hasta el 5 de octubre de 2025 por si les interesa.
Acudí a ver la exposición con expectativas más bien bajas. Aunque valoro la iniciativa de tratar ¡por fin! del tráfico de esclavos llevado a cabo por los emprendedores catalanes del momento (segunda parte del XIX) no me fío mucho de que haya una voluntad seria y valiente de abordar el asunto y exponerlo al público. Y, efectivamente, así es: hice bien con mis expectativas menguadas. Hay algo tímido e incluso mojigato, esa característica tan catalana de tratar algo con superficialidad, sin meter el dedo en la llaga, tratarlo pero solo un poquito, con actitud de surfista.
En primer lugar, la exposición parece perdida entre las grandes bóvedas góticas y la monumentalidad del edificio. En segundo lugar, hay algo errático y deslavazado en el orden de lo que se cuenta. O que apenas ni se cuenta, ya que uno debe deducir los mensajes que se quieren transmitir. Al fin, a uno le queda más o menos claro que el auge de la burguesía catalana que construyó el Liceo, edificó el Paseo de Gracia y organizó la Exposición Universal de 1888 había amasado esa gran cantidad de dinero con el negocio de los esclavos. También se desprende que este tráfico era intrínsicamente catalán, ya que el rey permitió a los navegantes, financieros y colonos catalanes una moratoria en el negocio cuando ya estaba prohibido en Inglaterra y en Francia por un tratado internacional que la monarquía española se pasó por el forro, para alegría de comerciantes catalanes. Así pues, no se puede defender a aquellos negreros con el argumento de que "eso lo hacían todos", ya que Europa había prohibido ese tipo de empresas cuando los catalanes se apuntaron a ello.
De algún modo, ya entonces los catalanes consiguieron un trato preferencial que les enriqueció a lo bestia. Sin el tráfico de esclavos, vamos a decirlo claro, en Barcelona no habría esa arquitectura modernista (y horrenda, a mi parecer) de la que tanto se enorgullecen algunos.
Sin embargo, la lista de negreros catalanes que se exhibe en la exposición es más bien breve y sucinta, como dando a entender que los malos eran muy pocos, escasos y localizados. Se agradece que un panel nombre a Joan Mas Roig, un hombre de Vilassar de Mar del que ¡vaya! nada permite inferir que es el tatarabuelo de Artur Mas, cuya familia es rica des de aquellas fechas. En efecto, Joan Mas era el dueño y el capitán del barco negrero "Pepito". Hay que decir que tenemos a otros ilustres políticos actuales descendientes de aquellos empresarios.
La exposición dedica varios paneles a los barcos negreros franceses pero sin justificación alguna: ¿para diluir el pecado catalán?. Y los más terrible de todo: cuando uno llega a la última sala de la muestra (el último cubículo, en realidad) se le aparece una foto de tamaño monstruoso en donde se va la retirada de la estatua de Antonio López -marqués de Comillas-, que hubo en Barcelona. La foto destaca, con sus grandes dimensiones, esa retirada que el Ayuntamiento de la ciudad practicó en marzo de 2018 y celebró con una fiesta.
Les diría algo más: concretar la maldad del esclavismo en un hombre que se llama Antonio López contiene un sesgo tan malintencionado como sutil. No se llama ni Roig ni Mas ni Vidal ni Domènech. Se llama López. Y que cada uno entienda lo que quiera.
No vi que en ningún lugar se contara que el arquitecto responsable de del conjunto escultórico fuera Lluís Domènech i Montaner, el arquitecto estrella del modernismo catalán autor de infinidad de edificios entre los cuales el Palacio de la Música, el Hospital de San Pablo, la Casa Fuster. Y, casualmente, también la Universidad Pontificia de Comillas. Por no hablar de la Casa Solà Morales de Olot, la mansión ostentosa del alcalde carlista de la villa, que formó parte de la guardia personal de Alfonso-Carlos de Borbón y fue vicepresidente de la Diputación carlina de Cataluña. La historia negra de Cataluña se enmascara tras esa arquitectura y esos prohombres, padres del nacionalismo que llega hasta nuestros días y que algunos despistados ven como un movimiento progresista y democrático.
Destacar de modo tan grandilocuente la retirada de la estatua abre muchas preguntas: ¿levantar una estatua borra el pasado? ¿Qué intención persigue borrar las huellas del pasado? ¿Qué beneficios nos aporta eliminar el relato? Cuando uno elimina el relato nos impide saber quienes somos, de donde venimos y, quizás también, hacia adonde vamos. Por no hablar del conflicto abierto entre la Ley de Patrimonio y la Ley de Memoria Democrática, que es un asunto peliagudo. Cada país trata su memoria histórica como más le conviene, pero es oportuno mencionar que en Alemania no se demolieron los campos del exterminio nazi y que, en vez de eso, se resignificaron para mantener la memoria viva y el hilo del relato.
El estado debe hacer esa labor didáctica sobre el pasado en vez de edulcorar, suavizar o, simplemente, borrar de donde venimos con una intención adánica. Si borras el pasado, luego no te quejes de tener una juventud ignorante y un poco facha.
Pero vayamos a suponer que la eliminación del relato se toma muy en serio: en este caso, después de liquidar la escultura de Antonio López deberían haber demolido el Liceo, gran parte de los edificios modernistas del Paseo de Gracia, el Palacio de la Música y etcétera. De nuevo nos topamos con ese carácter catalán: hacemos algo, pero solo un poquito. Eliminamos un monumento pequeño, hacemos una fiesta por las libertades y el buen rollo a cargo de Els Comediants (magnífica elección del nombre de la compañía) y nos vamos para casa, satisfechos de nuestro acto de justicia que nos redime para siempre y nos convierte en una sociedad pluscuamperfecta. Durante los años más negros del procés algunos medios catalanes (públicos) llegaron a contar que la democracia no se creó en Grecia si no en Cataluña para promover la imagen de una historia pura y sin pecado concebida.
El tráfico de esclavos avergüenza a los países que lo practicaron y todos ellos lo ocultan como pueden, pero a la vez son conscientes de que el colonialismo y todas sus salvajadas está en los cimientos de todo cuánto ahora nos enorgullece: sin el tráfico de esclavos africanos y el expolio descomunal del colonialismo en general, Europa no sería lo que es. Es cierto: no existirían los palacios, los teatros de la ópera, las redes ferroviarias, la arquitectura modernista, los grandes museos, las exposiciones universales. En realidad (y no hay que ser muy osado para afirmarlo) ni tan siquiera existiría el estado del bienestar.
Está muy bien que esa exposición sobre la infamia, pero estaría mucho mejor abordar el asunto con menos complejos y menos cobardía. No puede ser que la conclusión de esta exposición sea algo así como: algunos catalanes fueron un poco malos pero ya lo hemos solventado y aquí paz y después gloria.
Lo curioso es que por las redes,existe un movimiento de Puerto Rico español,que vuelva a ser provincia española.No se dan cuenta,que muchos puertoriqueños son de origen de esclavos,que llegaron en barcos catalanes.Debe ser que odian tanto a los yanquis,que prefieren olvidar
ResponderEliminarTu escrito es perfecto,lo que planteas de un reconocimiento tácito y total,de que la burguesía catalana fue esclavista y se enriqueció con sangre humana,debe ser claro y sin tapujos.
Te felicito.
Saludos
Gracias, Car. Espero que los portorriqueños no se equivoquen...
EliminarNada que decir.
ResponderEliminarCorroboro tu escrito. Hay que leer a Plá, sacaríamos información de primera.
Pongamos algunos apellidos: los Güell en sus diferentes derivados (condes, vizcondes o baronías); los Bru y Martos; los Ferrer-Vidal y Parellada; los Jover y Sentmenat; los Beltrán y Musitu; los Malet y de Travy; los Ricart y Roger; en fin, los López, Güell o Bru bien casados por los siglos de los siglos entre sí o con los Senmenat y Senmenat, a su vez (o no) marqueses de Castelldosríus, o de Orís, o de Santa Pau, estos últimos solo barones, algunos de ellos (algunas, tanto monta) damas de la Reina Victoria Eugenia de España, o Grandes de España, y todos emparentados con una larga lista de apellidos, muchos de ellos, con el tiempo, menos encopetados.
Lo decía Millet, el Felix: som quatrecents, i sempre som els mateixos.
Salut
Esas 400 familias se enriquecieron explotando a los demás de distintas formas. Els esclavismo es una, pero hay más. Solo hay que pensar en las colonias textiles del Llobregat
EliminarLee, por favor, les catedrales del cotó (*), te lo recomiendo encarecidamente; lo presté hace años a una persona que hoy ya no está entre nosotros, y con él se fue también el libro.
EliminarCuencas del Ter, Cardoner y Llobregat .
Salut
(*) https://www.casadellibro.com/libro-les-catedrals-del-coto/9788484372516/1198769?srsltid=AfmBOooGGCh6TiS9PjzLbeUe1sCyDWKO6542xzsBI809hrPA_tn4m2MU
Lo buscaré, no lo dudes
EliminarLa burgesia catalana va ser esclavista com qualsevol altra burgesia d'aquell temps, si fins i tot Rimbaud ho va ser d'esclavista, i no per això admirem la seva poesia. No he vist l'exposició, però la proposta teórica d'enderrocar el Liceu i altres edificis propiciats per aquesta burgesia em sembla una bajanada. Per aquesta regla de tres, hauríem d'enderrocar totes les esglésies, monestirs, convents, catedrals, etc etc.
ResponderEliminarSalut
Sí, el que passa és que l'esclavisme català té trets específics, ja que es van dedicar al negoci amb un permís especial del rei quan el tràfic d'esclaus ja havia estat prohibit.
EliminarEn Andalucía,la esclavitud fue hacía el interior,en los siglos XVI,XVII,,luego fue bajando hasta su desaparición, por lo que he leído debido a que las mujeres esclavas perdían fertilidad.En Sevilla por ejemplo casi el 10%de su población eran esclavos,procedentes de las diferentes guerras,contra moriscos,africanos.Pero no he encontrado nada de que su burguesía se dedicará a este oficio,recaía en negreros y baja cuna.En esto se diferencia con la catalana.Seguramente,que en un burgués no estaba bien visto.Claro que en su contra tenían a los jornaleros,casi esclavizados,con sueldos de miseria y hambre.
ResponderEliminarSaludos
Me olvidaba,al pueblo gitano se le esclavisaba, con el motivo de fijarlo a la tierra.Solo basta oír a Camarón de La Isla,lo que sale de su interior, de su desgarro.
EliminarLa esclavitud ha ido cambiando de formas y de procedimientos, claro está. En las colonias textiles del Llobregat, en el mismo XIX y hasta mitad del XX hubo una forma de esclavismo disimulada a medias. Lo de los gitanos también es grave y nunca bien explicado.
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