El catedrático emérito de la Universidad de Barcelona Ramón Flecha ha sido acusado por 14 mujeres de acoso y abusos sexuales de distinta gradación a lo largo de varios años. Flecha se presenta a sí mismo en la red X (antes Twiter) como "Científico nº1 (ranking mundial) en Gender Violence". Las 14 mujeres que lo acusan fueron becarias o alumnas suyas, todas ellas relacionadas con el CREA, Community of Research on Excellence for All, un grupo de investigación adscrito a la Universidad de Barcelona, rama sociología, del que Flecha fue director y sobre el cual, a sus 71 años, sigue ejerciendo su autoridad.
Esas 14 mujeres han redactado una carta a la Universidad para denunciar la situación a través de un bufete de abogados de Madrid. A continuación, varios medios (Radio Nacional, El Periódico, Crónica Global, la Agencia EFE, el diario Ara y otros) han recogido la información y la han divulgado. Ahora, cuando escribo, todavía no se sabe qué recorrido puede tener la denuncia, ni si la Universidad actuará o lo hará alguna otra instancia, ya sea académica o judicial. Por el momento, tanto el acusado como el medio "Diario Feminista", en la órbita del CREA, no tan solo niegan la veracidad de las acusaciones si no que las atribuyen a un complot urdido por acosadores sexuales que fueron denunciados por Flecha y que se vengan así.
El relato de las mujeres que denuncian el acoso de Flecha no tan solo es estremecedor, si no que también muestra una coherencia argumental y narrativa bastante sólida. Los distintos relatos tienen muchos puntos en común y remiten a un abuso de poder en toda regla: Flecha, en tanto que profesor y director del CREA, ofrecía a las alumnas un futuro prometedor en la academia a cambio de ciertos favores sexuales, en varios casos descritos con un detalle escalofriante. En el caso se entremezcla el sexo con el poder de un modo indistinguible y uno tiende a pensar que el sexo solo es una cara del poder, es decir, de la sumisión del otro. El caso de Flecha remite al precedente de Boaventura de Sousa Santos, profesor de la Universidad de Coimbra, en un escenario muy similar. Si eso fuese cierto, nos encontraríamos ante la penosa evidencia de que ningún lugar es mejor para un acosador sexual que el de un experto en acoso sexual y, para más señas, teórico del feminismo transformador y de las relaciones libres de violencia.
Escribo sin saber qué rumbo tomará el caso. Y para mis dudas aporto un dato: hace algunos años se denunció al CREA por conductas sectarias, pero el caso fue sobreseído en los juzgados. Entonces, las denuncias ya incluían algo de lo que hoy hemos sabido. Flecha se comportaba como el gurú de una secta, con un control absoluto sobre las vidas privadas de sus alumnas mediante la práctica de estrategias de dominación psicológica que incluían la humillación y la oferta de la redención a cambio de la obediencia ciega.
Si todo eso que ahora se denuncia fuera cierto, el daño que Ramón Flecha le inflige al feminismo académico (y no académico) es atroz. En la lucha contra la violencia machista que muchos llevamos tiempo practicando des de nuestras humildes posiciones, sin ansias de notoriedad ni necesidad de aplausos, en la cotidianeidad de las aulas de los barrios desfavorecidos, en escuelas obreras y pobres, con alumnado inmigrante y frágil, la acusación contra Flecha es un golpe muy bajo y muy feo y eso es lo que más me duele.
Me siento triste y dolido. Y me duele porqué durante mucho tiempo he leído y he participado y he comulgado con las tesis de Flecha, y las he defendido y promovido entre profesorado escéptico o indiferente. Ahora me siento perplejo y abrumado, desencajado. Las respuestas del CREA y del profesor Flecha ante las acusaciones son endebles, reactivas y predecibles, y no presentan ninguna evidencia en su favor: el recurso al complot es un recurso ridículo y pueril.
Estoy a la espera de saber como evolucionará el caso, pero también debo decir que soy pesimista y no me libro del malestar profundo que me ha causado todo eso. Por otro lado: si ante cualquier denuncia por abuso machista debemos creer a la mujer que denuncia, ¿qué razones objetivas me ofrece el profesor Flecha para que en este caso haga una excepción y le crea a él en vez de a las mujeres denunciantes? Y me reconozco un sesgo machista cuando me digo que, si solo fuera una mujer la que denuncia quizás dudaría de ella, pero ¿es posible dudar de 14 mujeres que se han puesto en contacto con un despacho de abogados para consensuar una denuncia?
Ahora mismo, mientras escribo, no puedo evitar el recuerdo de las veces en las que escuché las charlas de Ramón Flecha hablando del éxito de las Comunidades de Aprendizaje y los estudios del CREA y le aplaudí, convencido por un discurso que quizás solo era pura cháchara, la cáscara que encubre a un ego narcisista y enfermizo que luego le pedirá un masaje a su última becaria.
Por supuesto que seguiré defendiendo al feminismo y a la igualdad en las aulas, y seguiré trabajando por estos valores, pero no citaré nunca más a Ramón Flecha ni al CREA. Y lo haré a pesar de mi profunda tristeza y mi decepción.
Tema delicado ,catorce mujeres que denuncia son muchas. Para mi la violencia sexual
ResponderEliminartiene una componente clara de enfermedad psíquica, que causa mucho dolor en la persona agredida y ninguna recompensa sexual en el agresor. Que se haga justicia
La violencia sexual ya es una forma de poder y no te digo si es ejecutada por individuos que tienen otro poder y más clases de poder.
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