La consejera regional de Educación, honorable Anna Simó, ha declarado que no se puede politizar la política lingüística. Sic. Estaba yo en casa viendo las noticias y he tenido que detenerme un momento y repetirme las palabras de tan alta autoridad. Se infiere que una consejera de educación es persona educada y cabal.
¡No se puede politizar la política!, dice, y luego suelta una sonrisa seria, y al terminar un mohín de satisfacción consigo misma. Bueno, si uno lo piensa bien, no se puede politizar lo que ya está politizado, del mismo modo que no se puede aguar el agua. Debe ser imposible politizar más la lengua catalana, ya que quizás aquí no hay nada más politizado, en el mal sentido: manipulado, tergiversado, mediatizado, sobado, reciclado y reusado. Llevo muchísimo años sin escuchar nada sensato sobre el bilingüismo en Cataluña procedente de un político.
La consejera se refiere a una sentencia judicial que no le gusta, y por eso se queja. Creo que el trabajo de los gobernantes autonómicos es la queja, el lamento eterno. Si la consejera está muy quejosa, le recomiendo que llame a Pedro Sánchez y le suelte: Mira, Pedro, si quieres la investidura quítame esa sentencia.
Y así, entre ocurrencias y frases desafortunadas, la educación catalana va dando tumbos cuesta abajo. Los resultados en las pruebas de competencias no dejan de caer, tanto es así que la misma autoridad educativa, pocos días atrás, mostró gran satisfacción por haber bajado pero poco y se quedó tan ancha. Según encuestas de sindicatos, se detecta una bajada importante en jóvenes que quieren dedicarse a la educación y sin embargo un aumento significativo del malestar, de las bajas por estrés y los problemas psicológicos.
El desasosiego es cada vez más visible, y la vocación cada vez más apaleada. Lo mismo sucede en la sanidad pública. Algo deben de estar haciendo mal, pero me temo que diciendo eso puedo incurrir en la politización, y eso no está bien visto.
También se podrían plantear, algún día, si el modelo de inmersión lingüística (aprobado hace 40 años) sigue siendo válido para la sociedad de hoy y para los barrios pobres de hoy. Se podrían plantear si no será que el modelo no solo hace aguas si no que es contraproducente: ¿qué sentido tiene aferrarse a una ocurrencia de cuatro décadas con el único argumento de que es un modelo de éxito? ¿A qué éxito se refieren? Y pregunta para nota: ¿porqué le llaman inmersión cuando se trata de submersión?
No se trata de politizar, de salvar mitos ni de naciones oprimidas: se trata del futuro de una ciudadanía abandonada a su suerte de forma consciente, desalojada del acceso al conocimiento y a la cultura, de una siniestra maniobra para mantener los estatus sociales. Las élites en su sitio, la plebe en el suyo. Ahora sí he politizado el asunto.
De esta señora: ¡nada!.
ResponderEliminarEsta señora, en septiembre de 2014, ya lleva tiempo que cobra del erario público, dijo aquello de: " una eventual independencia de Cataluña "no será un camino de rosas" e insta a "concienciar" a los ciudadanos de que deberán hacer "pequeños sacrificios", o que las pensiones se puedan pagar a 60 días ". A pesar todo, considera que "todos los esfuerzos valdrán la pena..." (sic) "Perque amb la república serém més feliçes".
Esas fueron sus declaraciones.
Para apuntarlo en un bloque de hielo.
Salut