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LASCIVIA DE LA LENGUA

Lo vi por primera vez una tarde a eso de las cinco y pico, poco después de la salida del colegio. El hombre estaba sentado en un banco, muy cerca de donde juegan los niños en el parque infantil que hay a cien metros de la escuela. Se sienta y observa, muy serio. No viste la gabardina beige previsible ni usa unas grandes gafas de sol. Ni tan solo se cubre la cara con un sombrero a lo Humphrey Bogart, ni lleva barba postiza. Algo, en él, le autoriza a ir a cara descubierta, desacomplejado, tan seguro de su razón y de sus motivos como todos quienes saben que su misión es trascendente y es virtuosa.

El hombre, contra todo lo previsible, se viste como usted o como yo, más bien desenfadado y casual: pantalones tejanos, sudadera de los Boston Celtics comprada en el Springfield, zapatillas deportivas del Zara, gafas de montura traslúcida más bien amarillenta. Si uno se fija atentamente en él, diría que hay algo rancio en su porte, como algo viejuno aunque el tipo no debe tener más de 45. Ha dejado su mochila Quechúa a un lado, y en algún momento ha extraído de ella un móvil Apple, con el que parece que juega pero quizás hace fotos o saca vídeos.

Durante un buen rato, quizás para despistar, también ha sacado un libro y hace como que lee pero es obvio que no lee, ya que el arco de sus cejas indican que observa por encima de las páginas y otea, detenidamente, al grupo de niñas y niños que juegan en los columpios y el tobogán, o que se entretienen con las piedrecitas del suelo, las hojas y alguna hormiga incauta que pasaba por allí y lo pagará muy caro. El libro, cuya cubierta exhibe delante del rostro, no es otro que "1 dia d'octubre i 2 poemes", y su autor no es otro que Josep Rull, el actual Presidente del Parlamento regional catalán. Ahora que lo pienso, el escritor presidente y antiguo consejero también tiene ese aspecto viejuno y rancio, como nuestro hombre, y también algo de dudoso y perjudicial, algo como de párroco antiguo en alguna parroquia de pueblo del interior, de esas muy tradicionales y de pasado estrictamente (y orgullosamente) carlista.

Nuestro hombre no cesa en su misión: no aparta los ojos de las niñas que juegan cerca de él y consigue que sus padres y madres no perciban el más mínimo peligro, como si se tratase del mismísimo hombre invisible, un tipo anodino y neutro, gris, desprovisto de ningún indicio de depredador. Un camuflaje casi perfecto. Observo que de vez en cuando teclea algo en su Apple: sin duda toma notas, apunta datos que luego le serán útiles a su fin perverso.

De repente, un coche de la policía local aparece en la calle y circula muy despacio. El copiloto oberva la escena del parque por detrás de sus gafas muy oscuras mientras se mece su barba canosa de luchador maduro de Pressing Catch. Nuestro hombre observa al coche policial y le dedica un leve, muy leve gesto de respeto, un ínfimo saludo que los agentes aprecian y por lo tanto el chófer pisa el acelerador y sigue, calle arriba, en su patrulla rutinaria, completamente tranquilo. Todo está bien.

El hombre anodino sigue quieto y paciente, a la espera. Al acecho. La inmovilidad pasmosa e inquietante del caimán. Hay un grupo de tres niñas relativamente cerca del banco en donde está sentado el hombre de la sudadera Boston Celtics de Springfield. Están jugando con un muñequito esférico que de repente se les escapa y rueda por la pendiente hacia el banco hasta que se detiene a los pies del tipo. Es entonces cuando una de las tres niñas se levanta y anda hacia el hombre.

-Hola, maca -le sonríe él, con un marcado acento catalán que el oído experto situaría en una de las comarcas de Vic o de Olot. -He vist que parlaves en espanyol amb les teves amiguetes. Unes amiguetes que, no obstant això, van a l'escola amb tu i saben parlar perfecatment la nostra llengua perquè com ja saps el català és la llengua vehicular de l'escola i els teus mestres et parlen en català a classe de català, de medi i d'educació artística, i àdhuc a la de castellà moltes vegades, i fins i tot al pati, oi que sí, maca? De manera que em pregunto, molt encuriositat i nogensmenys preocupat, com és que amb les teves amiguetes parleu en una llengua estrangera i forània, en una llengua agressora que ens sotmet al bilingüisme a la força, l'avantsala de la diglòssia i finalment del sotmetiment i l'extinció, i em demano com és que no empres amb elles la llengua llemosina i democràtica del nostre estimat poble, la pàtria aimada. Perquè has de saber que si parles en llengua catalana a les teves amiguetes els faràs un gran favor i no cauràs en el parany espanyol i colonitzador. De manera que, estimada amiga, t'encomano molt que facis servir la llengua...

En este mismo instante, un estallido interrumpe la perorata del hombre con la sudadera de los Boston Celtics comprada en el Springfield de Ripoll. Las gafas de amarillo traslúcido del socio de Plataforma per la Llengua dibujan una espiral en el aire y aterrizan dos metros más allá, al pie de una morera. El padre de la niña por fin se ha percatado del tipo lascivo y le ha soplado una bofetada de campeonato.

-Y tu, cerdo asqueroso, ¿qué le cuentas a mi niña de la lengua? -y mientras el tipo corre como el correcaminos le amenaza: -Si te vuelvo a ver por aquí te arranco la lengua de cuajo.

Más tarde, ya por la noche, nuestro hombre de la sudadera de los Boston Celtics escribe un mensaje en la red X en donde afirma que el próximo paso en su guerra de extermino del catalán, los charnegos pretenden cortarnos la lengua, eso es lo que nos espera y por eso debemos donar más dinero a la Plataforma per la Llengua y posiblemente votar por Sílvia Orriols.

Cerca de la madrugada, un perro callejero que anda por el parque suelta una meada encima del libro de Josep Rull que ha quedado abandonado a los pies de la morera.


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