La Asociación de Escritores en Lengua Catalana (AELC) no quiere escritores sudacas en Cataluña. La AELC ha protestado vivamente ante la iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona, que promueve una beca de 80.000 euritos para la residencia anual de escritores de Hispanoamérica en Barcelona. Se sienten ofendidos aunque, según los datos que ellos mismos facilitan en su portal de transparencia, la AELC ha percibido subvenciones por un importe de 450.000 eurazos, que no está nada mal.
La Asociación ha redactado una queja (por algo son escritores y de pluma fácil) en la que exponen su ofensa por la discriminación de la lengua catalana y, además, por las lenguas mesoamericanas que no son el español. El escrito tiene el habitual tono victimista y pasivo agresivo tan común en el nacionalismo. Ya se sabe que los nacionalistas de aquí son muy solidarios con las lengua minoritarias del mundo aunque a ellos les gustaría que la castellana fuese minoritaria en Cataluña para poderla desterrar definitivamente de la vida pública y, si pudiera ser, de la privada.
Ante la noticia, lo normal es tener dos reacciones, sucesivas o simultáneas según el carácter de cada uno. La primera es maravillarse ante los 450.000 euros percibidos y que proceden del erario público. Los conceptos de la subvención son, en general, variaciones de una idea borrosa: promoción de la lengua catalana en los "Països Catalans" así como "actividades literarias" sin concretar. ¿Qué diablos es una "actividad literaria"? Si me planto en un yermo de la Plana de Vic, entre cerdos y niebla, y me pongo a leer poesías de Bernat Desclot ¿merezco una subvención? Teniendo en cuenta que la asociación tiene unos 1.900 socios, si se les hubiera ocurrido repartirse la pasta habrían salido a 23 euritos por cabeza, con lo que ya se pueden encargar una pizza a costa de la cultureta. Nota aparte: ¿hay 1.900 escritores en Cataluña? ¡Es fascinante! Y la sorpresa no se queda ahí, ya que luego están los escritores afiliados a la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña), menos nacionalista y más abierta de mente, aunque en ningún lugar se puede saber el número de asociados que tiene y su balance económico no está disponible.
La segunda reacción es quedarse atolondrado ante esa ofensa que sienten los escritores catalanes en lengua catalana ante la beca a escritores hispanoamericanos. Una beca que, por cierto, es seis veces inferior a la subvención que ha recibido la ilustre asociación. ¿Les molesta que un escritor argentino o uruguayo o peruano se pase una temporada en Barcelona? Podría ser, ya que el nacionalismo siente una aversión especial hacia las personas hispanoamericanas, unas personas que, según ellos, menosprecian al catalán con inquina. Sin embargo, cuando uno lee el escrito ofendidito de la asociación, descubre que ellos mismos han encontrado lo que les parece una solución justa: el Ayuntamiento debería destinar eos 80.000 a la promoción de la lengua catalana y metemo que, aunque no lo expliciten, quisieran que la pasta se la ingresaran a la AELC. Ahí está el asunto. Los quiero para mi, para lo nuestro. Que se jodan los demás. Nosotros primero y los demás que se pongan a la cola. O que se jodan. Por no ser catalanes.
La cultureta siempre ha tirado mucho de subvenciones y protección oficial. Eso lo sabe todo el mundo. Incluso las bandas de pop catalán han pillado subvenciones por el hecho de cantar cancioncillas en el idioma de Guerau de Liost, que es el mismo de Guifré el Pil·lós. Nota: no se ha encontrado jamás un texto escrito del puño y letra de Guifré escrito en catalán y el mismo tipo firmaba los documentos con "Wifredo" o "Wifredus" a veces. Pero jamás con este "Guifré" que es otro mito creado por romanticismo en el XIX.
La AELC ha tomado un aire parecido al de la Plataforma per la Llengua, que sigue recibiendo subvenciones públicas mientras vigila y castiga a quienes no se expresen en lengua catalana y protesta y se tira de los pelos y se ofende, creyendo con firmeza y alegre convicción que así hace algo en favor de la lengua catalana.
Si García Márquez o Vargas Llosa hubieran vivido en Barcelona en estos tiempos oscuros de nacionalismo rampante y ofendido, la AELC i la tribu nacionalista en general les habría hecho escraches ante su domicilio, con pintadas al estilo de las que pintaron en la heladería del barrio de Gracia. En realidad, aprovechando la defunción de Vargas, la señora Pilar Rahola le reprochó su poca simpatía por la lengua catalana y la cuestión nacional catalana, en una dmostración palmaria de que Rahola no ha entendido nada de nada ni de Vargas ni de la realidad sociolingüística catalana.
Parece que el buen catalán se define por ser aquel que está en contra de todo lo que no sea catalán o no se expresa en lengua catalana. Con especial atención a esos sudacas que no se dignan decir ni media en catalán. ¡Qué antipático es el buen catalán!

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