Alguien me cuenta que la navidad tiene un origen cristiano, aunque parezca mentira. Por lo visto se conmemora el nacimiento de un pobre palestino, expulsado de su pueblo, nacido en el más pobre de los lugares: un sucio establo con ganado. Uno se sorprende ante tal revelación, puesto que el despilfarro de luces y ofertas y muchas más luces y escaparates y jolgorios y bacanales y alta cocina y gambas crujientes y turrones de diseño y muchas botellas de espumosos y buenos regalos, jamones, Ribera del Duero, bizums y salmón del caro harían pensar en otro origen.
El cristianismo siempre ha tenido algo muy difícil de comprender, esa extraña inversión de los términos que ya queda diáfana en la frase: "los últimos serán los primeros". Por no hablar del extraño significado de "bienaventurados los pobres de espíritu" o esa constante celebración de la muerte. Quizás en este juego de contrarios está el secreto: para celebrar el nacimiento de un pobre lo festejamos como los ricos.
Luego me cuentan que la navidad se mezcló con fiestas paganas, rituales estacionales muy antiguos, el solsticio y esas cosas quizás todavía más difíciles de comprender en una sociedad urbana a quien le importan más bien poco los quehaceres del sol y las cosechas y el árduo calendario del campesino.
Hoy un alcalde ha comunicado que no piensa poner un belén en la plaza mayor y muchos se han tirado de los pelos por una maniobra que tildan de "progre". Hay quien defiende que la navidad es una tradición patriótica, el signo de una cultura muy nuestra, la esencia de la civilización. Sin darse cuenta de que los valores que nos iluminan tiene más que ver con la Ilustración que con Jesús pero bueno, no me voy a meter en este berenjenal. Si el belén es cultura y debe estar en la plaza mayor... ¿tiene sentido gastarse un dineral en ese belén? Nunca nos queda clara la diferencia entre cultura (popular), tradición cultural y religión. Quizás está ahí el problema, y no en si eso es de progres o de retrógradas o de conservadores o de patriotas. Ese debate, en Cataluña, produce un hastío excesivo que nos ha dejado exhaustos tras los muchos años del estéril "procés".
Vuelve la navidad y el debate. Alguien se acordará, en algún momento, del pobrecito en la Palestina de hace más de 2000 años que nació un día 6 de enero pero ahora, abracadabra, nace en 25 de diciembre porque puede que la fecha se ajuste mejor a las razones del mercado, aunque vete tu a saber: ¿no sería mejor volver al 6 de enero, cuando ya hemos cobrado la nómina y podemos pedirle algo más de aliento a la afligida tarjeta del alegre banco?
En fin,pero me sale la vena de corregir(manía de mi pasado de profe).Jesús era judio,su familia también, hasta la muerte cumplió con las normas judías.Lo enterraron,siguiendo las mismas normas. Nació en Belén,porque tenía que cumplir una normativa judía.Mi recuerdo de la Navidad de los años del hambre,era de pura miseria,rota por 3 o 4 perrunas(dulces de Estepa).Si ahora puedo dar cordero al horno,a mis nietos,me siento muy feliz.
ResponderEliminarSaludos
Bueno... a mi no me queda claro que existiera un Jesús histórico, así que, siendo un personaje de ficción en realidad podría ser lo que más le guste a cada uno.
EliminarJe je, desde luego,pertenece a la fe de cada uno.En realidad toda la Historia,es cosa de fe.
EliminarSaludos
Bueno, eso no es cierto. La existencia y la obra de Voltaire o de Walter Benjamin están ahí, más allá de la fe.
EliminarYo creo que era de Bilbao, que ya sabemos que son los únicos que pueden nacer donde les da la gana. Navidad no celebro, Natividad sí. Celebro la amistad con la "Nati", una morena que está más rica que el pan con tomate.
ResponderEliminarMe encantaría conocer a la Nati y celebrarla. Ya que tampoco celebro la Navidad.
Eliminaralvaroreina.es
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