En Suecia, en Noruega y en algún que otro país de esos del frío han empezado a mandar instrucciones a la ciudadanía para usar en caso de un ataque nuclear ruso. Se trata de tenernos siempre muy asustados. No falta quien ya le reclama a Sánchez que haga lo mismo -con tal de hablar mal de Sánchez, bien vale un misil nuclear de Putin. Cuando Naomi Klein publicó La doctrina del shock no sabía cuanto acertaba.
Quizás ustedes hayan visto Sacrificio, para mi la mejor cinta de Andrei Tarkovsky. En esta película, un anciano sueco sueña con el holocausto nuclear y se dispone a realizar un extraño ritual que, mediante un sacrificio moral y material, salvará al mundo. El ritual incluye perderlo todo: la casa y la cordura. Es imposible imaginar un sacrificio mayor, un acto de generosidad tan enorme como este.
Por todo esto me acuerdo de quienes no deben temer mucho al ataque nuclear ruso. A esas personas a quienes el infierno les pilla prevenidos y entrenados, acostumbrados a él, habituados a convivir con todos los demonios cada día.
El infierno está vacío y todos los demonios están acá.
Hoy he comido una madalena al mediodía, dice Umaru, seis años, siempre con la barriga hinchada y las piernas muy delgaditas. Kawtar, ocho años, cuatro o cinco días con la misma ropa manchada. Malak, de nueve, paga los tres euros de la excursión de la escuela en varios plazos, un día 15 céntimos, otro 45, y pregunta cuánto falta. Vienen muchos hombres a mi casa, dice Keylor, de cinco, a mi no me gustan esos hombres que vienen y duermen con mi mamá y luego me pega para que no lo cuente. Mi padre se ha ido a trabajar a Bélgica, cuenta Suleimán, y cuando vuelva seremos ricos. En mi casa no hay luz ni agua, dice Francisco, estamos en un piso sin puerta. Mi papá llega tomado muchas noches, explica Adam, y se enfada mucho y nos pega a mis hermanos y a mi mamá. El mes que viene nos echan del piso, suelta Mohamed. En mi casa vivimos tres familias (Mariam, ocho años, en un piso de quizás 40 metros). Mi madre no quiere que diga cuando es mi cumpleaños porque no puede comprar cosas para celebrarlo. Mi desayuno de hoy es pan con aceite. Mi desayuno son dos dátiles. Los zapatos destrozados de Djenaba. Me he olvidado el bocata del desayuno en casa. ¿Cuánto vale un estuche para los lápices? Mamá está triste porque está embarazada. Mi papá trabaja con el hierro, recoge hierros. Cuando papá salga de la cárcel. Mamá limpia pisos muy lejos y vuelve tarde. Se me han roto las gafas pero son muy caras. Ayer no pude venir porqué mi mamá se encontraba mal y tenía que dormir mucho. Ayer vino la policía.
Describes un infierno, que en parte no es creíble, en mis salidas en bici paso por lugares de bajo nivel económico. Jardines donde los niños son mayoritariamente musulmanes que juegan alegremente vijilados por sus madres en alegres chácharas. Felices.
ResponderEliminarPor otra parte, Caritas, la Cruz Roja, reparten bonos y carros de compra, hay que hacer cola, pero no tanta. Lo mismo no lo saben, a los que te refieres. Yo si, porque colaboro económicamente, que luego de gravo.
Saludos
Todas las situaciones y las frases citadas pueden no ser creíbles, pero todas ellas las he escuchado en primera persona y son absolutamente reales.
EliminarConozco ese infierno. Es creíble. Es real, tan real que en ocasiones se me escapaba alguna lágrima. Te explicaré la última que se me escapó allí, en el lugar donde se van a escapar , por un rato, los que vienen en los infiernos:
ResponderEliminarEn la entrada , pasado el primer arco, en el convento que tú conoces y fuiste de mi mano, hay, en el fondo, junto al ascensor, un pequeño cuarto.
Hace una temporada había un señor de mediana edad, junto a él una señora y enfrente de ellos, en aquella mesilla, dos niños de corta edad.
Desayunaban. Habían pasado la noche en el convento porque los había desahuciado y, por razones que desconozco, durmieron allí a la espera de que los servicios sociales le encontraran un lugar.
Serían las siete y media de la mañana, y los niños apuraban con avidez la leche y las galletas.
La mujer tenía los ojos rojos, y el hombre estaba demacrado.
La hermana Blanca, que ahora ya no rige allí sino que está en Portugal, me dijo que iba a acompañarlos a la plaza San Miguel, al Ayuntamiento, por unos papeles..
Aquella escena de ver los cuantro en un rincón, a la espera de ayuda, te juro que la llevo grabada.
Esto es una puta mierda.
Un abrazo y gracias, buen amigo.
Salut
Gracias por creer. No me inventaría nada así. La imagen que describes es inolvidable también, por supuesto.
EliminarQué pasa,acaso nos mienten,los datos de los diferentes ayuntamientos,con sus servicios sociales.Lo mismo también nos mienten los datos de Caritas y de Cruz Roja,que están auditados de los servicios que atienden. He trabajado en secundaria, conjuntamente con educadores y otros del Ayuntamiento,como apoyo.
ResponderEliminarNo es correcto urgar en la necesidad,al contrario hay que colaborar y no exagerarla,para sacar provecho de tremendismo sentimentaloide barato.
Saludos
Tu opinión es legítima, faltaría más. Soy descriptivo y no uso el lirismo ni el sentimentalismo barato.
EliminarLos protocolos sobre estos asuntos de maltrato,violencia infantil,necesidad alimentaria,violencia doméstica, están muy claros tanto para el personal docente,como para el equipo directivo,para actuar en consecuencia.Es que leyéndote, da la impresión de que no se cumple,por eso lo aclaro.Son muchos años de trabajo.
ResponderEliminarSaludos
A veces los protocolos fallan. también llevo muchos años de trabajo.
EliminarEs que estas cosas dan titulares,
ResponderEliminarlo mismo que cuando el maldito
virus, daban mas miedo los
diarios , que él mismo, y ahora
toca , erre que erre , con las
malditas guerras, de Cruz
Roja, mejor no hablar ,
alguien vió su actitud
en las riadas de Valencia?,
saben lo que hacen en mi
tierra ?, les relagan moviles
moviles a los inmigrantes,
apenas se han bajado de
la patera , y los que aquí,
que no tienen recursos
ni para un movil? , donde
estan los gobiernos? ,tanto
el regional , como el central,
pero claro, no digas esto
en voz alta , que lo menos
insultante, es que te digan,
que eres de ultraderecha .