Quizás porque estamos en España, a muchos políticos les da por hablar del vino. Quim Torra, el inefable (y breve) presidente de la Generalitat, hizo una curiosa defensa de la ratafía, que no es vino pero es un licor de bastante graduación y dudoso buen gusto, del que afirmó que "hace país y hace familia", aunque a uno le resulta inquietante imaginarse a una familia bebiendo ratafía en un raro ritual de embriaguez familiar, con niños y abuelas. Quizás en alguna de esas oscuras comarcas del interior se practiquen esas liturgias, a medio camino de lo pagano y lo cristiano. Tras unas buenas dosis de ratafía, no sería de extrañar que uno tuviese visiones marianas, de la Mare de Déu de Montserrat en concreto, cuyo color de piel recuerda bastante al de la ratafía. ¿Se refería a eso el desdichado Quim Torra?
El señor Aznar, hace mucho tiempo, también defendió la ingesta de vino antes de conducir, ya que estaba enfadado por las restricciones impuestas por un gobierno (supongo que) socialista. El señor Rajoy, hace menos, exclamó "¡Viva el vino!" ante una cofradía de la Rioja o de por allá. Ya se sabe que en España solo es real lo que sangra y por eso la tauromaquia, las imágenes de semana santa y el vino, por ese color que recuerda al de la sangre. Sin embargo, la primera conclusión es que nuestros presidentes no tienen el don del humor, ni les ha sido dada la gracia del verbo, ni saben contar chistes. También recuerdo a Sánchez elogiando el chuletón de Ávila en un intento de resultar ocurrente que le salió bastante mal. En un país con un índice de pobreza importante y un índice de pobreza infantil vergonzoso, no es muy oportuno hablar de chuletones de Ávila.
La promoción el albariño como receta para calmarse que hizo el señor Feijóo es fascinante, ya que cualquiera sabe (o debería saber) que los vinos no traen calma, aunque en grandes cantidades le mandan a uno a la cama, en cuyo caso sí podríamos hablar de cierta relación entre el alcohol y la paz. Podría decir que la expresión romana "In vino veritas" (traducción de una frase griega atribuida a Herodoto) no termina ahí, si no que sigue con "in aqua sanitas", lo cual le da un matiz importante, pero incluso así mi percepción es que he escuchado a muchas personas a quienes el alcohol las ha llevado a decir chorradas de gran calibre que no mantienen ninguna relación con la verdad.
Creo que el pobre Feijóo intentó hacer un chiste sobre un chiste anterior, que era eso de "las vacaciones sobrevaloradas" y que da un poco de yuyu en boca de un político derechón y conservador, poco entusiasta de los derechos de la clase trabajadora. Los asesores de Feijóo deberían recomendarle que se abstuviera de bromas, y deberían recordarle que incluso el señor Buenafuente tiene a un equipo de guionistas detrás suyo. Las bromas son algo muy serio, tal como sabía Freud. O podrían fijarse en el señor Salvador Illa, que sabe que no es la alegría de la huerta y por consiguiente se abstiene de hacer chistecillos y no le veo haciendo publicidad del vino de ningún lado ni me lo imagino investido cofrade de honor del vino de Alella. Es más, yo diría que Illa es abstemio y que solo cata el alcohol cuando asiste a misa, puntualmente, los domingos y fiestas de guardar.
También es muy español desconfiar de los abstemios, desconfianza que podría tener raíces antiguas por la prohibición musulmana, contrapuesta a la misa católica con mistela, o más modernas, ya que tanto Franco como Hitler lo fueron. Y Hitler, además de abstemio, vegetariano y animalista.
La ratafía, el albariño y el chuletón de Ávila no son productos demasiado asequibles para el español medio-bajo que somos la mayoría. Debe ser por eso que la señora Ayuso, más lista que el hambre, reivindica las cervecitas.
Por cierto: ningún político reivindica el vino turbio, a 2,25€ en el Mercadona (¡y a 1,61 en el Alcampo!). Recuerden los muchos beneficios para la salud de los taninos, ingeridos con moderación y siempre lejos de la conducción de vehículos o de una posible discusión con la parienta. Personalmente, soy más partidario de los tintos de la Ribera del Duero, mejores y más asequibles que los del Priorato, el Penedès y el Ampurdán.
Vaya comilona que te has dado, chuletón de Ávila, vinos variados, no has puesto ningún postre dulce. Eso sí ratafia como estomacal. Redondo
ResponderEliminarSiempre me ha sorprendido el adjetivo "estomacal" aplicado a los licores. ¿En qué se basan?
EliminarEl bouquet del vino turbio no tiene nada que envidiar al mejor albariño.
ResponderEliminarY la necesidad de soltar declaraciones diariamente a diestro y siniestro le provoca agotamiento mentál al señor Feijoó.
Saludos.
Los políticos están atrapados por la necesidad de generar titulares cada día, y a Feijóo eso no se le da nada bien. El primer día en que su frase no es pedir la dimisión del presidente, suelta que las vacaciones están sobrevaloradas. Al siguiente, que hay que tomarse un albariño. Digamos que la oratoria no es lo suyo. Y estoy pensando en Vigotsky, cuando dijo que el lenguaje y el pensamiento son lo mismo. Feijóo no es un tipo muy inteligente, eso ya lo sabíamos, pero sorprende ver que lo quiere demostrar tantas veces. Por cierto: ¿ya está aprendiendo inglés tal como prometió? ¿Habla el francés como Abascal?
EliminarTristan Tzara dijo aquello de: Pensamos con la boca.
EliminarSalut
Tzara...! Otro que deberíamos releer
EliminarClase en la ESO de Tecnología de la alimentación: maceración. Practica en el taller:diseño del recipiente y macerar cerezas en aguardiente(función estomacal).
ResponderEliminarLa ratafia se consigue macerando diferentes hierbas en aguardiente
Por qué el aguardiente es estomacal,porque lleva anis estrellado,que alivia las digestiones pesadas
¡Gracias! Cada día se aprende algo. Voy a mirar las fórmulas de los licores para distinguir los que llevan anís estrellado, además de la ratafía.
EliminarJejejeje...Llevas unas semanas sembrao¡...
ResponderEliminarUn abrazote ¡¡
jajajaja
Es lo que tienen las vacaciones...
EliminarEl guionista dels presumptes acudits de Feijoo deu ser del Psoe
ResponderEliminarO de la Ayuso...
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