"En Cataluña, tirar piedras a los mossos y quemar contenedores es un hecho cultural propio. Enhorabuena a la comunidad musulmana de Salt. Sois un ejemplo". Son las palabras que reprodujo Laura Fernández Vega, diputada de la CUP, en la sesión plenaria del Parlamento catalán del miércoles 12 de marzo. El autor de la ocurrencia es un guionista y humorista llamado Manel Vidal, referente del género "Puta Espanya". La señora diputada dijo, después, que en vez de seguir la sesión parlamentaria regional estaba escuchando al humorista radiofónico en la emisora Rac 1. ¿No es maravilloso que una diputada dela izquierda radical escuche la emisora del Conde de Godó con tanto interés?
La broma, o lo que sea eso, es otra muestra de mal gusto, pero no nos vayamos a meter con las libertades, y mucho menos con la libertad de expresión: una curiosa reivindicación de la libertad para hacer lo que me dé la gana que hermana a la CUP, a los humoristas indepes y a la señora Ayuso, que a veces creo que son una misma entidad o que forman parte de una misma secta.
Y es una broma de mal gusto porqué se suelta en pleno revuelo sobre la transferencia de competencias sobre extranjería al gobierno autonómico, y cuando la derecha nacionalista plantea la obligatoriedad de saber lengua catalana para obtener permisos de residencia o de trabajo. No se podía ser más oportuno. La supuesta broma es gasolina sobre los incidentes de Salt. Unos incidentes que muestran aristas extrañas y oscuras, con la presencia de encapuchados quemando contenedores. Esos encapuchados a mi me escaman y consiguen que me ponga conspiranoico: si sigo por la senda de la paranoia conspiracionista terminaré invitado al Horizonte de Iker Jiménez, pero me van a permitir que les sugiera: ¿a quién beneficia, en estos momentos, exponer en los medios a la comunidad musulmana de Salt como a una panda de alborotadores violentos que se expresan en lengua castellana?
Van varias semanas con sucesos mediáticos de gran violencia en Cataluña: en Manresa, en el barrio de La Mina, ahora en Salt. El denominador común es muy fácil de ver: los chungos siempre son extranjeros -o bien gitanos- y, por extensión, comunidades poco o nada integradas en esa cultura catalana, ideal o idealizada o mitificada que nadie sabe definir muy bien. El asunto es identitario, a la moda de los patriotas, y no me extrañaría nada ver pronto al señor Turull cubriendo su calva con una gorrita amarilla que reza "Catalunya tornarà a ser rica i plena", remedo en bello lemosín de la gorrita del señor Trump.
Los medios han divulgado mucho las imágenes de los disturbios en Salt, y muy poco los esfuerzos de la comunidad musulmana de la misma ciudad para desmarcarse de la violencia y manifestar su voluntad de convivir en paz, trabajar en paz. Lo que se lleva ahora en Cataluña es mostrar un conflicto, aunque lo hayan provocado unos encapuchados y una diputada de la CUP haya metido la gamba hasta el fondo con una ocurrencia propia de alguien que vive ensimismado en sus mitos, sus cuentos y su nostalgia de la quema de contenedores. Dicho de paso: a la CUP la policía no le gusta nada, y supongo que por este motivo no denuncian a los machotes acosadores que mantienen en su propia organización.
A lo largo de mi experiencia como docente en barrios con alto porcentaje de inmigración y, sobre todo, de pobreza, debo contar que las familias menos conflictivas, más colaboradoras y más interesadas en la educación de sus hijos e hijas han sido las musulmanas. Eso es una evidencia, empírica si lo quieren, pero una evidencia innegable. El sacrificio que estas familias hacen por la educación y la integración de sus hijos es un ejemplo que debería contarse bien: las madres y los padres sacrifican su bienestar para darles a sus hijos un futuro mejor que el suyo, con el sentido dl sacrificio que tuvo la dimitida clase obrera española de unas décadas atrás. Si para preservar la fantasmal e ilusoria identidad catalana quieren datos, que tengan en cuenta este.
Y que piensen que, más pronto que tarde, cuando requieran cuidados sanitarios o gerontológicos, serán atendidos por personas de religión musulmana o de procedencia latina, tal como ya lo son quienes limpian las calles de madrugada, instalan cables de fibra óptica a cualquier hora del día, reparan las aceras y los pavimentos, les traen paquetes de Amazon, pintan sus paredes, les hacen las mudanzas o les instalan sus electrodomésticos, conducen las ambulancias, cuidan del mobiliario urbano, hacen de cajeras en los supermercados o pedalean para llevarles sus caprichitos de Glovo bajo la lluvia, hornean sus pizzas de Domino's, desatascan las cloacas...
Si usted quiere una Cataluña catalana y que hable en catalán, deberá empezar a contarle a su hijo que su futuro está en una bicicleta de Glovo. Cuando lo haya conseguido, expulse a los extranjeros porqué ya los necesitaremos y, además, nos sentíamos oprimidos por tener que responderle al ciclista mensajero en la lengua del opresor.
Lo que diga esta señora no me interesa,dice lo que su partido aplica,la violencia como lucha política. Volvemos que tiene como valor que es hija de andaluces ,si le ha servido para tener un sueldo como política, estupendo.
ResponderEliminarLo que me importan son los hechos,en Salt.Un imán que no paga la hipoteca,que lo desaucian,que vuelve a ocupar el piso.Que por este motivo,hay manifestaciones violentas,que responden los mossos,por quema de contenedores.Que en tv3 veo entrevista a una chica musulmana,vestida completamente de negro,hablando en catalán, dice que no encuentra trabajo y se siente discriminada.Son detalles juntos que me hace pensar,en lo que se puede estar cociendo .
Saludos
No sé por donde reventará la situación, pero intuyo que lo hará.
ResponderEliminarSiempre hay alguien con ganas de echar gasolina al fuego.
Salut