Juan Catalá se fue al Erosky y descubrió que el estante estaba lleno de cápsulas de café de Colombia, de Kenia, de Etiopía, de Brasil, de Jamaica y de Guatemala. Atribulado, Juan Catalá se puso a buscar como un loco un café catalán. No lo encontró. Indignado, preguntó por el encargado de la tienda. Para su desespero, el encargado resultó ser una encargada que se llama Wendy y tenía todo el aspecto de una señora mestiza, posiblemente suramericana.
-¡La Malinche! -vociferaba más tarde Juan Catalá, en la reunión de la Asamblea Nacional- ¡Tuve que hablar con la Malinche!
Por la noche bien entrada ya, Juan dio con la web de un productor de café nostrat, del Ampurdán, que aseguraba cultivar la variedad robusta del café Ulldepoll, famoso por haber sido el café preferido de Francesc Macià y de los hermanos Badía. Se cuenta que Daniel Cardona tomó una vez el café Ulldepoll y exclamó: "Collons, això sí que és cafè!". Entusiasmado esta vez, por fin, Juan Catalá hizo un pedido majestuoso con su tarjeta del Banco ING, dispuesto a tener buenas reservas de café catalán. Dispendió 87 euros con orgullo. Soslayó que la web del cafetero ampurdanés se ofreciera en catalán, castellano e inglés, ya que Juan era profundamente contrario al trilingüismo.
Una vez hecho el pedido, Juan esperó con ilusión los tres días que tardaría en llegarle el paquete. Al quinto día se mosqueó un poco. Al séptimo, montó en cólera y se fue a Colera, el municipio del Alto Ampurdán donde se cultiva el café Ulldepoll. Allí nadie sabía nada de ningún cafetal, de ninguna empresa cafetera ni de ningún Ulldepoll. En el bar, en donde paró a preguntar e hizo algo de gasto para compensar, le sirvieron café italiano.
-¡Nos han engañado! -vociferó en la siguiente reunión de la Asamblea Nacional- Es un desastre, una catástrofe... Seguro que esta empresa es un agente de las cloacas del estado español (lo dijo así, con minúsculas).
-Deberíamos escribirle al Líder Supremo -le sugirió Doloretes, una socia de 95 años de edad- Él nos iluminará el camino. Y mejor toma tila en vez de café, Juan, hazme caso. Verás, cuando yo era joven...
-¡El camino lo voy a iluminar yo pegándole fuego a cuatro contenedores de la Plaza de Urquinaona! -la interrumpió a berridos, con un mechero francés en la mano, en actitud amenazante.
Pocas horas más tarde, Juan declaraba en el cuartelillo de los Mozos de Escuadra de Ciutat Vella, detenido por intento de atentado contra bienes inmuebles de la vía urbana. Cuando le soltaron se metió en un bar regentado por un señor chino. Se pidió un coñac y le sirvieron Fundador. Tras la tercera copa le vino la iluminación. Ya no volvería a votar nunca más al jetas de Waterloo. A partir de ahora, Aliança Catalana. Esos sí nos van a defender. Contra España y contra Europa. Si hace falta, ¡a la guerra!
Aquí la primera cagada: "Juan Catalá hizo un pedido majestuoso con su tarjeta del Banco ING"; debía haberse acordado de Banca Catalana.
ResponderEliminarY aquí , la segunda cagada. "Se pidió un coñac y le sirvieron Fundador"; tenía que haber pedido un Aromas de Montserrat.
Tiene lo que se merece, el desánimo. Ahora se fijará más...o Mas.
Magníficas aportaciones! Creo que su error fundamental es anterior a todo eso, pero se trata de un cuento chino.
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