The Objective, 2021
Con pocas horas de diferencia he escuchado a Marta Rovira y a Josep Rull. En ambos hay algo extemporáneo. Rull habla de la potencia simbólica de su nombramiento como presidente del Parlamento regional tras pasarse unos años engrilletado (sic). Rovira, de un país del que conoce sus verdaderas necesidades. Creo los dos solo pretenden mantener sus propios privilegios, sus cuotas de poder bien repartidas. El nacionalismo catalán no sale del feudalismo, ahora más tecnológico.
Los años del procés nos habituaron a este lenguaje abstracto sobre entidades predemocráticas: la nación, el pueblo, las esencias, la lengua propia. Quizás ahora le han añadido los trenes, más que nada por nombrar algo tangible.
¡Los trenes! Si ustedes conocen los Ferrocarriles de la Generalitat sabrán quienes viajan en esta línea, y también deberían saber quien viaja con Renfe. Hablamos de las dos líneas, casi paralelas, que van de Barcelona hacia el Vallès (Terrassa, Sabadell). Renfe transita Badia, Barberà, Cerdanyola, Montcada: las poblaciones obreras. Los FFCC, Sant Cugat, Valldoreix, con todas esas escuelas privadas y esos chalés. Un tren para cada clase social, como símbolo (eso sí es un símbolo, señor Rull) de esa Cataluña partida cuyo fracaso moral se expresa también sobre las vías del ferrocarril. La Generalitat deja que se hacinen los pobres en esas líneas constantemente saboteadas, vilipendiadas en Tv3 para sostener el mito de la buena gestión catalana.
Sobre educación, los políticos nacionalistas parecen solo interesados en la lengua. La lengua catalana, claro. Pero Cataluña muestra unos índices de fracaso escolar y de segregación que deberían abochornar a las autoridades. Lo normal sería que la Consejera de Educación se avergonzara del cargo que ocupa. Ambos fenómenos (segregación y fracaso) tienen dimensiones gigantescas y, más que dejadez, a uno le da por pensar en un plan cuidadosamente calculado para separar, igual que con los trenes, a dos grupos sociales. La mayoría, condenada a la precariedad intelectual y laboral, con itinerarios cochambrosos cursados en centros de la periferia, casi guetos, con un profesorado volátil y cansado, desmotivado que se pregunta por el sentido de su trabajo: ¿estamos fosilizando a las clases sociales en las aulas? ¿Cómo se explica que el 50% del alumnado catalán esté escolarizado en centros privados (o concertados, como suelen nombrarlos)?.
Les podría hablar, también, de lo que está sucediendo en las residencias de mayores, que no es un tema pequeño: el envejecimiento de la sociedad pone el asunto en primer plano. Ahí, de nuevo, dejadez y desastre, con centenares de empresas privadas parasitando el presupuesto público y maltratando concienzudamente a las ancianas y a las trabajadoras, con las que se ensañan mientras sindicatos y administración se ensimisman en la igualdad de género y los derechos de minorías identitarias. No es por casualidad que Cataluña lidere el reconocimiento identitario.
No estoy hablando de símbolos ni de lenguas propias ni de esencias nacionales. Estoy hablando de la realidad, de personas que crecen, envejecen y mueren en un medio social fracasado, en una sociedad decadente cuya moral se ha desvanecido entre banderas y pantallas con fantoches en Waterloo, en Ginebra, en el triste palacete del parlamento regional. La única mención a la moral les sobreviene cuando hablan de la extrema derecha y los cordones sanitarios, sin comprender que están incubando el huevo de la serpiente con esa dejadez que parece el único proyecto nacional.
Muy interesante lo que dices, sobre la realidad catalana,hay que prepararse para la vejez. Tengo una nieta que hará el bachillerato en un colegio de monjas,dice la madre que atienden bien y funciona.Cien euros al mes,porque está subvencionado,cola para entrar.
ResponderEliminarSaludos
El fracaso de la escuela pública es una operación calculada y su existencia incluso se podría llevar a los tribunales.
EliminarEs curioso, pero no deja de ser verdad lo que nos explicas de los FFCC y ka RENFE.
ResponderEliminarDirán que es la gestión, yo te diré una cosa más, que no sabes y te pondrá los pelos de punta.
¿Sabes por qué los trenes de la Generalitat no tienen retraso aunque la gente se tire a la vía del tren?...porque desde hace más de diez años se acordó que se pueden sacar los muertos sin necesidad de protocolos. El objetivo es apartar los trozos del suicida del carril y que el tren circule (*) para no ocasionar perjuicios en los horarios, cosa que no pasa en la RENFE, y aunque no lo digan, hay tres suicidios al día en Barcelona, y de esos tres, uno en vias ferreas.
Cinismo puro y duro. Eso, como bien sabrás, no pasa en RENFE, porque se espera al juez y se analiza si es un suicidio o un empujón, o el cuerpo ha sido tirado con anterioridad.
Ni la Orriols, ni el Abascal ni los de la Fiesta existirían si estos no estuvieran dando la vara y riéndose del resto de la comunidad.
Incuban el huevo de la serpiente, como bien dices, y después no podrán eliminarla.
Salut
(*)https://cadenaser.com/emisora/2012/05/14/radio_barcelona/1336961615_850215.html
Lo de Renfe merece un estudio a fondo, o un buen trabajo de periodismo, de esos que casi ya no se hacen.
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