A mi también me sorprende un poco lo del mediador internacional para un conflicto que no existe, y lo repito: no existe conflicto alguno entre Cataluña y España. Ningún conflicto nos enfrenta a los ciudadanos de Barcelona con los de Badajoz. Si existe algo así como un conflicto, ese conflicto está entre catalanes de distinta filiación emocional y política. Lo demás es el relato pervertido de unos líderes ansiosos. Si se necesita de veras a un mediador, se necesita un negociador entre los catalanes purasangre y los charnegos, como yo.
Si acaso hay un problema, es un problema catalán. Entre una Cataluña tradicionalista y ciega y una Cataluña abierta, real, plural, con mil identidades lenguas colores sentimientos formas de amar sentir trabajar ser pobres hablar escuchar callar dormir, temer y soñar.
Puede que haya un conflicto (que no es conflicto si no simple disputa por el poder) entre partidos políticos que quieren pellizcar fragmentos de poder, cargos y buenos sueldos. Pero ese tipo de problemas no requieren de mediador internacional alguno: basta con poner las urnas. ¿Acaso no les gustan tanto las urnas a los independentistas catalanes?
Pero luego hay algo oscuro que aparece en medio del páramo catalán: el mediador internacional es un ciudadano salvadoreño, y eso molesta al escrúpulo patrio. ¿Un salvadoreño decidirá el destino de la España sacrosanta? Al señor Feijóo se le ha salido el alma del señor, del señorito. El problema es que el mediador sea latinoamericano. Quizás lo hubiese preferido más rubio, más alto, de ojos claros e hijo de la santa Europa.
Al fin y al cabo, debe de pensar Alberto, un descendiente de los conquistados no tiene derecho a ser más que yo, que soy de cuna buena y española con muchos apellidos. ¿Puede un indio opinar sobre España? Alberto debe pensar que los latinoamericanos solo pueden agradecer la conquista y la cristianización, el enorme favor que les hicimos.
Un indio americano debatiendo sobre la estructura política de España horroriza a la sensibilidad puritana que se esconde detrás de cualquier nacionalismo. El esencialismo se ha ofendido. Como se deben haber ofendido (aunque no lo hayan manifestado todavía) muchos patriotas catalanes, que habrán arrugado la frente y encogido las gónadas cuando supieron que el mediador habla español, la lengua de los malditos. En las oscuras reuniones de la ANC deben de estar hablando de eso, y la abuelita violenta Clara Ponsatí debe haber puesto el acento en la nacionalidad y la lengua materna del mediador, que no sabe en donde se ha metido. Hubiesen preferido a un irlandés o a un bretón. Incluso, a regañadientes, hubieran tolerado a un armenio. Pero ¿un latinoamericano?
En latinoamérica -las cosas se deben decir como son-, saben mucho más que aquí sobre conflictos entre facciones, entre regiones y naciones, sobre grupos iluminados por el fuego. Solo le pido al ciudadano Francisco Galindo Vélez que escuche a la ciudadanía catalana que no es independentista. Que es la mayoría, por cierto.
Es que, precisamente, hay un problema entre El Salvador y España por parte de la guerrilla salvadoreña, y ese es el simbolismo que quiere que sea el señor Puigdemont.
ResponderEliminarY estoy contigo: "ese conflicto está entre catalanes de distinta filiación emocional y política"
Salut
Habrá que esperar y ver. La paciencia siempre gana.
EliminarGuerra civil de El Salvador entre el ejercito FAES y el Frente Farabundo Marti.¿Pero tan mal estamos, que consideren una equivalencia en España?. Se han pasado, el asunto es hacer propaganda internacional ,que sólo favorece al fugado. Sánchez se está metiendo en terreno peligroso.
ResponderEliminarSaludos.