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DINAMARCA EN AYUNAS

Nos dijeron: Cataluña es la Dinamarca del sur, y por eso queremos la independencia. El sueño danés era frecuente en los dirigentes de la derecha nacionalista, y con esa promesa reluciente pretendían llevarnos hacia el paraíso helado, en donde los niños son más listos, aprenden mejor y encima todos tocan el piano casi como el pequeño Amadeus.

La Dinamarca del sur era una referencia habitual en los años duros del "procés", y muchos lo creyeron, del mismo modo que creyeron que la democracia se inventó en Manresa, que Tartessos está en Tortosa (¡viva la etimología!) y que Franco hizo una guerra contra Cataluña. La lista de hipérboles, alucinaciones y fantasías contribuyeron al delirio colectivo que ahora se descompone en la cuneta, como el asno que retrató Buñuel.

Hoy he tenido una aproximación a la Dinamarca del Sur. Como ustedes saben, los comedores escolares son licitados por los ayuntamientos y concedidos a empresas de sectores variopintos. En mi ciudad, la licitación la ha ganado Mediterrania Group, empresa proveedora de hospitales, prisiones y escuelas. A Michel Foucault le hubiese encantado conocer a esta empresa y quizás habría escrito el ensayo "Vigilar, castigar y poner un plato en la mesa".

Mediterrania Group es una empresa, en efecto, y por consiguiente busca el máximo beneficio. Beneficio a costa de lo que sea: la dieta que ofrece en las escuelas es escasa, pobre y a veces obscena. Dos cucaharadas de crema de verduras, dos de lentejas y 10 gramos de ensalada. Si le puede llamar ensalada a dos hojas de lechuga y tres mitades de aceituna. Imagínese usted a un chaval de tercero de la ESO con semejante menú. 

Mediterranea Group también busca el beneficio por las vías expeditivas: el lunes le comunican a una niña que, por impago, no le servirán comida. Se lo comunican cuando la niña se dispone a entrar en el comedor. Un detalle de excelencia comunicativa.

Cuando pregunto por el asunto encuentro un muro: si no estás de acuerdo con la medida debes mandar un mail a la empresa. Entiendo. Luego pregunto a la familia, que llegó de latinoamérica en septiembre y solicitó la beca de comedor fuera de plazo, como es obvio. Sigo preguntando. La beca está en trámite des de septiembre (estamos en noviembre), pendiente de la aprobación del Consejo Comarcal (ese ente carísimo y fantasmagórico) y no me pueden decir nada más. Mientras un oscuro funcionario comarcal no firme, la niña no tiene plato en la mesa. Y nadie sabe cuando puede tardar, ya que (sic) no se puede tramitar por el procedimiento urgente. El motivo: el padre y la madre tienen ingresos.

Investigo un poco más: la madre limpia pisos por varias comarcas y el padre trabaja los fines de semana como refuerzo en un restaurante de comida rápida. Eso le sirve al oscuro funcionario para demorar la beca de comedor.

Les contaré una cosa: en Dinamarca (la del norte, la de verdad) no existen las becas de comedor escolar. No existen las becas para libros escolares. En Dinamarca lo tratan de otra forma: puesto que la educación es obligatoria hasta los 16, todo el mundo tiene libros y comedor a cargo de los presupuestos del estado y las familias no deben pasar por el trámite humillante de demostrar la máxima pobreza a cambio de un platito de garbanzos.

Lamento comunicarles que eso no es -ni será- Dinamarca. 



Comentarios

  1. Con permiso:
    Menuda colla de hijos de puta los de Mediterranea Group. No se quedan detrás los de la beca comedor y su funcionariado específico; y les acompaña en el trayecto los de la aprobación del Consejo Comarcal.
    En resumidas cuentas, estamos rodeados de mafiosos sin escrúpulos.
    Lo siento, porque me pongo en tu piel y es para llorar.

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  2. Ves esto no hubiese pasado en un colegio de la iglesia o subvencionado, primero come y luego ya se arreglará, hay más proximidad, más humanidad. Llevas la razón, todo lo concerniente al menor, su educación, su bienestar, su salud, es cosa del estado. Ahí ha fallado algo.
    Saludos.

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