El fuego lo puede resolver casi todo. O eso parece. Los catalanes lo pudimos ver durante las manifestaciones independentistas: en lo que se llamó, pomposa y grotescamente "la batalla de Urquinaona", así como en otras citas de la pandilla ultranacionalista, se quemaron infinidad de contenedores de basura, bicicletas y motocicletas, algún coche y mobiliario urbano diverso. Cuántas más llamas y más altas, más cerca de la independencia se sentían los creyentes. En aquella ocasión me pregunté qué papel jugaron los del colectivo "Bombers per la independència": ¡vaya dilema moral!.
Pero aquello no era nada nuevo: la Santa Inquisición aplicó el fuego a los herejes y el mismísimo Yahvé clausuró el jolgorio de los díscolos ciudadanos de Sodoma y Gomorra mediante el fuego. Atila quemaba el terreno por donde pasaba, y etcétera y etcétera. Todo el mundo tendrá alguna referencia al fuego purificador sacada de los archivos de la historia: el napalm, la biblioteca de Alejandría, la quema de libros inadecuados durante el Reich o en los autos de fe celebrados en España. Cuando el primer homínido aprendió a dominar el fuego nos permitió comer alimentos cocinados, cierto, pero aquel pobre homínido no fue consciente ni culpable de la que lió. Pasa lo mismo con todos los inventos: siempre nos sale alguien que lo usa de forma espuria. Fíjense si no en el cúter, que se inventó para cortar papel con precisión, pero Mohamed Atta lo usó para empotrar un avión de American Airlines contra las Torres Gemelas. Yo mismo, sin ir más lejos, uso un cepillo de dientes para sacar la roña de los rincones más inaccesibles de la cocina. En otro orden de las cosas: las lenguas se crearon para comunicarse mejor pero la Plataforma per la llengua lo usa para evitar que los niños hablen en los patios de los colegios.
Tengo una mala noticia para los que creen en que el fuego soluciona problemas: la independencia de Cataluña no se concretó por más contenedores que quemaran, siguen existiendo libros que no gustan a todo el mundo, el napalm no terminó con el comunismo y las conductas que Yahvé pretendió cancelar en Sodoma siguen practicándose con alegría y sin temor, y así con todo lo demás.
Ahora ha empezado la quema de concesionarios de coches Tesla. Ya van varios calcinados en EUA y en Alemania por el método del viejo (pero efectivo) cóctel Molótov, un invento español de la guerra civil del cual el señor Viacheslav Molótov no es responsable, y es posible que muy pronto alguien encuentre su cochecito Tesla quemado en plena calle, durante la noche, a manos de algún activista que detesta a Elon Musk. Una vez vi quemar un Porsche Carrera como forma de protesta contra las desigualdades sociales. Lo malo es que el coche aparcado detrás del Porsche también se incendió y era el Seat 127 de un obrero. Hay un dato interesante: algunos coches Tesla llevan un adhesivo que explica: "Lo compré antes de saber cuáles era las ideas políticas de Elon Musk". Con este tierno mensaje, el dueño intenta evitar el fuego pero ya veremos si logra la absolución.
Quien quema un coche Tesla debe pensar que perjudica al señor Musk y, de paso, a la Internacional Patriota, a Víctor Orban, a Santiago Abascal y a toda la peña de la ultraderecha y que, por consiguiente, les obligará a cambiar sus ideas o a moderar sus propósitos. ¡Santa inocencia! Es muy posible que cada coche quemado alimente el victimismo en donde crece ese movimiento y que le dé más munición, más motivos, más ganas. Dudo mucho que a Musk le turbe el sueño saber que han quemado alguno de sus cochecitos: me temo que, más bien, se debe crecer ante cada hoguera como el toro se crece en el castigo. Otro gallo cantaría si las ventas de Tesla se fueran al traste, pero lo cierto es que cada día veo más Teslas corriendo por la calle, conducidos por señores o señoras que tienen todo el aspecto de que, si un día se lo queman, al día siguiente se pillarán el Mercedes que guardan en el garaje y que, ¡oh maravilla!, no despierta las iras de los justicieros a pesar de ser un coche fabricado por una de las muchas empresas que subvencionaron al partido nazi de Adolfo Hitler, como Thyssen, Krupp, Hugo Boss, Siemens y Opel, entre otras.
Yo para esos dolores de cabeza uso la Aspirina Bayer, que como bien sabes se probaba su efectividad con los prisioneros judíos, a los que antes se le inyectaban microbios para saber de su eficacia.
ResponderEliminarHoy, afortunadamente, las cosas han cambiado, hoy, Gerardo Pisarelo, el ilustre jurista argentino, que además es profesor, político, escritor, tertuliano e insigne congresista amigo de la Colau y catalano parlante, nos decía que "Estem molt orgullosos dels tripartits. Si no haguéssim fet els tripartits, no hauríem normalitzat l’independentisme", y como hemos normalizado lo que no es natural, tal que ya no le damos importancia a las meadas de los perros en las aceras, hemos normalizado la palabra independentismo como algo que hay que hacer porque España nos roba, y la oligarquía de Castilla nos oprime.
Salut
15 T3slas son mucho dineros,la verdad es que si están juntos,si uno se incendia es fácil que los próximos lo hagan,el culpable el litio de sus enormes baterías. Mejor que no duerma en la calle,tal como está la política, en un parking propio,bien cuidado.No es cosa de trabajadores.
ResponderEliminarSaludos