Un señor color zanahoria ha ganado las elecciones en un país lejano que, por ser tan lejano, se parece mucho al mío. El señor zanahoria viene con ganas de lío y parece un tipo rencoroso. Aunque provecto y a la vez pueril, las ganas no le abandonan. Debe de tomar alguna variante de la Viagra para comerciantes filibusteros. El señor zanahoria promete un nuevo desorden mundial, generoso y a raudales, una eyaculación masiva de libertades para los ricos. Y los demás que se jodan.
El mundo que promete el señor zanahoria ya no es mi mundo y además me fatiga imaginar lo que se nos viene encima, ya no me quedan fuerzas para resistir. Los pobres han votado al multimillonario, es eso lo que me fastidia y lo que me fatiga. Los pobres han decidido que su monarca sea un ricachón, como en una comedia griega. El señor zanahoria... ¿es una comedia de Aristófanes? me pregunta una vocecita en la madrugada gris, borrasca de levante, soliloquio de nubes.
Muros altos, negocios fáciles, sálvese quien pueda y sobre todo mucho Dios y mucho hijo Jesucristo pintado de raza aria, pelo rubio y tirabuzones de la Arcadia. Y por supuesto nada de abortar. El derecho a la vida se termina después del parto. A las niñas embarazadas de Texas ya no les bastará con irse a Colorado: ahora deberán irse a Canadá y a disfrutar del viaje. Las ovejas, más tristes. Y los lobos, más felices. Las ovejas votaron al lobo y le dieron el título del amo del corral. Esbozo torpe del mundo zanahoria. Las aseguradoras privadas de Muface intuyen el color zanahoria y se apuntan al carro, eso de la socialdemocracia y del socialismo huele a perro muerto en la cuneta.
Que los viejos cedan su espacio a los jóvenes ya no está en el orden del día: es un viejo el que reclama su lugar en el mundo para joder a los jóvenes. Si no está usted feliz aquí que sepa que se puede comprar un billete a Marte -se lo vende mi amigo el psicópata X. Ahora que lo pienso... puede que el señor zanahoria no se deba a la pluma de Aristófanes, quizás es cosa de Alfred Jarry. Un nuevo color zanahoria asoma la punta de su zanahoria por el oeste de los pistoleros y la estrellita de sheriff crepuscular entra en el salón, manosea a las bailarinas y proclama el nuevo desorden con la mano entre las piernas de la bailarina morena y mejicana que sonríe ante las cámaras para su novio, que ha votado al señor zanahoria pensando en que si un idiota maligno se puede hacer millonario, hacerse millonario está al alcance de cualquiera que se lo proponga.
El mundo zanahoria será un mundo de zanahoria cruda y difícil de roer y chabolas y gracias por la propina y mesas petitorias, caridad para los pobres y mi yate en el puerto, putas de lujo, olor a gasolina y alquitrán, el esclavo agitando el abanico con el dedo del pie en la veranda, jardines de buganvilias regadas por mujeres filipinas sin papeles y, si puede ser, sin ropa.
Lo ha votado el pueblo, eso es lo que quiere el pueblo. Las calles siempre serán nuestras y solo el pueblo salva al pueblo y etcétera. Y amén.
Me quito la gorra. (No el sombrero, que nunca llevaría y me resulta burgués)
ResponderEliminarDicen muchos de los de origen hispano,que lo han votado,que ellos son legales,que tienen sus papeles,que pagan impuestos.Que los que vienen sin papeles,ilegales,terminan mal viviendo,en el negocio de la droga y el crimen,que no los quieren,que por eso votan a Tump.
ResponderEliminarPero ojo,que hablo aquí con una cuidadora ecuatoriana,que piensa lo mismo,que ella es tan legal como yo.
Me ha hecho gracia el "pichin",del hombre zanahoria
Saludos
De los setenta y cuatro millones que lo votaron, o un poco más, no todos eran los dueños de X.
ResponderEliminarHay un profesor de una universidad americana que decía que lo que le extrañaba era que había unos once millones de personas eran emigrantes latinos y afros, y que los votos han venido de allí, de estos que tienen la tarjeta verde, o sea, el papel que les da derecho a trabajar y ser legales.
Yo poco más puedo decir.
No veo eso de que al pueblo salva al pueblo, en este caso, el pueblo jode al pueblo.
salut