Josep Rull ha sido nombrado presidente del Parlamento regional catalán. Un déja vu tedioso y fatigante. Los discursos ampulosos y vacíos. La CUP votando a un señor de ideología radicalmente neoliberal, un hombre que habla con un deje de niño consentido y arropado entre algodones. Cataluña no puede salir del desastre. El hombre que cuenta, satisfecho, que de joven se marcaba fiestas con los cassettes de las canciones de Convergència (de sus promos electorales).
Este es el hombre que tendrá el cargo mejor pagado de Cataluña, y se lo vamos a pagar entre todos y todas. Elogio de la reinserción: en Cataluña ya sabemos que la reinserción de los delincuentes funciona a las mil maravillas. Ahí está el ejemplo del sr. Rull, que tras pasar por la cárcel logra un cargo público. Eso da muchas esperanzas a los narcos, estafadores y agresores: ya saben que tras la cárcel tienen un buen futuro. Siempre que sean buenos patriotas.
Nos asomamos a un nuevo paisaje calamitoso, a una nueva depresión. La CUP vota la "opción antirrepresiva" para la presidencia del parlamento, una nueva muestra de estupidez crepuscular en el partido más estrambótico, que se proclama trotskista y ejerce de muleta de la derecha rancia. Rull es el señor más a la derecha en Junts.
Lo que pasa en Cataluña tiene todo el aspecto de una enfermedad social grave y de mal pronóstico. La única función del presidente reinsertado será repetir, repetir, volver al bucle de las declaraciones solemnes que no significan nada: sus primera palabras tras la elección advierten de lo que se nos viene encima. Poesía nacionalista del siglo XIX, rimas carrinclonas, las libertades de la patria, el ensueño feudalista. Con su sonrisa infantil, el reinsertado ejemplar avanza hacia las arenas movedizas y nos lleva de la mano, de esa mano paliducha y blanda.
A Josep me lo encontré en súper hace un tiempo, durante un permiso mientras todavía estaba en la cárcel. Le dije lo que opinaba, se lo dije sin pensar mucho. Es uno de los culpables, y a los culpables hay que señalarlos en público. Intentó soltarme un discursito débil sobre las libertades, hasta que su mujer le apartó, "Anem, Josep, anem". Y él, docilmente se dejó llevar. Este hombre, melifluo y con aspecto de eternizado en la primera adolescencia, tiene el cargo de presidente del Parlamento. Viéndole, me es imposible soslayar a los "señoritos de mierda" que retrató Juan Marsé en "Últimas tardes con Teresa". Cataluña es el lugar en donde uno de aquellos señoritos puede tener un alto cargo. La metafísica de la reinserción social.
Esto es, Lluis, una putada.
ResponderEliminarCon los datos en la mano, el de las últimas votaciones, los no alineados con el prosses sacamos un 53´38%, con 78 personas; los del prosses, sacaron 43´18%, con 61 personas.
Más de un 10% de diferencia. Ahora ponen la mesa. Lo hacen a escondidas, eligen a un parásito de presidente, y le dan mayoría de 4 a 3.
¿Han contado para algo los que somos mayoría,?
¿Puedes fiarte de estos que se creen salvadores patrios?
Conozco personalmente a Illa, lo conozco de la Facultad de Filosofía. Es un tipo íntegro, doy fe, y es una putada de las más grandes ver como personajes que solo pululan por su bien particular mandan a la mierda todo un resurgir.
Así no haremos nada, ni vendrán las empresas del IBEX que marcharon, ni se pondrán industrias, ni renaceremos.
Un bucle a lo que nos han condenado esta sarta de vividores.
salut