Que el "procés" ha muerto es una evidencia y no es opinable. Quienes nos enfrentamos al secesionismo durante los años lúgubres sabíamos que todo terminaría en las urnas, cuando la ciudadanía dejara de darles la mayoría absoluta a los partidos del nacionalismo identitario. Solo podía ser de ésta manera, con su derrota electoral: no iban a poder ni los jueces ni la policía.
Y eso es lo que ha sucedido, por fin. Hemos tenido que esperar muchos años pero ya ha sucedido. Aunque todavía no sea el momento de festejarlo a lo grande, les confieso que yo ha he brindado por la derrota del independentismo, que ha perdido más de un millón de votos respecto de 2021.
De modo que el señor Feijóo miente cuando dice que el "procés" está muy vivo. No miente por ignorancia (aunque la ignorancia no le es ajena). Feijóo miente por interés: es al PP a quien le conviene mantener al procés en estado zombi para dar miedo. Las estrategia de la derecha suelen ser siempre las mismas: crear miedo para postularse a continuación como el amuleto infalible contra el monstruo. Y Feijóo sabe muy bien que ha sido la estrategia de Sánchez quien ha liquidado al procés en las urnas, del mismo modo que fue el PSOE quien terminó con ETA. Hay que joderse, dirían mis alumnos.
A mi me gusta fijarme en lo que hace el sector independentista con sus medios y sus estrategias más bien apañadas, provincianas y, a menudo, troglodíticas. Aunque muy bien sufragadas con dinero público y privado. El entorno sociológico de Puigdemont le ve presidente malgré tout, y él mismo hace cábalas trasnochadas sobre sus posibilidades de llegar al Palacio en volandas o montado sobre un burro, para ser investido. No existen tales opciones, pero el independentismo todavía no lo ha digerido. Circuló un mensaje críptico, un dibujo con dos Ç, dos "ce trencada" que significaban la rotura del sueño (del delirio), la Cataluña rota tras las elecciones. Ya tiene guasa que quien rompió la convivencia en Cataluña para obtener votos se lamente ahora. Sienten que Cataluña les ha fallado y les ha traicionado. Los gritos de "Puigdemont President" resuenan en una cámara vacía, los últimos estertores del odio, el clasismo, la xenofobia. En los palacetes del poder hay crujir de dientes: ¿se terminaron los privilegios?.Desde mi balcón veo ondear una sola bandera estrellada. Antes había decenas. La que ondea hoy la renovó el vecino resistente en el mismo domingo de las elecciones y me imagino que el vecino debe estar rabiando. Invirtió unos euros en su nueva banderita y total para nada. Ese es el resumen, la síntesis exacta. El artefacto independentista se tuerce por la única razón incontestable. Las urnas les han robado el mantra de "un sol poble", la "voluntat del poble". Si existiera o existiese la voluntad del pueblo, tal como afirmaron durante una década, ahora deberían admitir que esa voluntad les ha dado una patada en el trasero.
En vez de reflexionar gritan "Puigdemong pezidén", pero ese ya es un grito hacia adentro, hacia las profundidades de las vísceras oscuras y la bilis. Cataluña ya no es suya. No podemos afirmar que Cataluña haya entrado en la edad adulta, pero ha salido del infantilismo. Que ya es algo.
Pero ojo, que las adolescencias son muy peligrosas, incluso en política. Es el riesgo de pretender ser lo que no se puede ser. Y de las decisiones tomadas en la adolescencia puede depender el resto de las vidas, incluso las colectivas.
ResponderEliminarNi los jueces,ni la policía, está claro que la única oportunidad sería los votos y así ha sido.Aunque no te guste la derecha,pero recuerda que fue Rajoy, que en pleno proceso,dio la oportunidad de elecciones libres,en aquel momento hubo voces que incluso decían que se ilegalizaran los partidos independentistas,que hubiese sido un tremendo error.
ResponderEliminarSaludos.
Cada vez cuesta más vivir peor, ese es el problema de la gente, no la independencia.
ResponderEliminarsalut