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Juanita en el balcón

Veo muchas mañanas a Juanita, fumando en su balcón. Es una mujer anciana, bata de cuadros y zapatillas de fieltro. Fuma en el balcón de una calle pobre. Juanita ha visto como cambia el barrio, como pasa de pobre a más pobre. Juanita, des de su balcón, ha visto como la tienda de ultramarinos de aquellos murcianos ahora la llevan dos chicos de Tánger que venden la fruta muy barata pese a la inflación y a la reduflación y a todas las demás camamas.

A Juanita su marido la obligaba a fumar en el balcón. Su marido le decía que las mujeres decentes no fuman y que eso de fumar en el balcón tampoco está bien porqué todo el mundo te verá y sabrán que fumas, como las indecentes.

El marido de Juanita murió hace años pero ella sale a fumar al balcón. Se pasa mucha horas en el balcón, porque a Juanita le gusta fumar y ver la calle. Su marido veía Tele 5 mientras ella fumaba y miraba la calle con esos cerezos bordes y las furgonetas blancas. La vida transcurre bajo los pies de Juanita, que fuma en su balcón como una diosa contemplando la creación y las trifulcas de los humanos, tan ajetreados, esas hormiguitas atareadas en sus pequeños quehaceres. Ella echa el humo por la nariz y contempla el triste mundo que hicieron los dioses, y esos humanos tan desdichados que transitan con prisas arriba y abajo.

El marido de Juanita murió pero ella todavía le obedece y fuma en el balcón, no vaya a ser que el espíritu regrese y sea un espíritu vengativo. El marido de Juanita era pobre pero de firmes convicciones morales y detestaba las feas costumbres de las mujeres. A Juanita le gustaba fumar, el vino tinto, el cotilleo y la soledad. Juanita nació en un pueblo del que no recuerda el nombre y solo sabe que era por Murcia o por Albacete. Luego vinieron los de Tánger y Tetuán, esos de las fruterías a ahora. Hay que ver cuánta fruta comen esos moros y esas moras, hay una frutería cada veinte metros y todas tienen clientela. Juanita compra mandarinas y naranjas y patatas en lo de los chicos de Tánger, porque con la pensión la cosa no está para irse al Mercadona.

La vida pasa bajo el balcón de Juanita, y lo que pasa siempre es pobreza. Un día pasa la loca de Enriqueta, toda puesta de cervecitas y con un nuevo novio negro, que recoge metal por los contenedores cada noche con su carrito del Lidl y se lo gasta luego con Enriqueta de bar en bar, él con los tés y ella con las Estrellas Galicia. 

Cuando el sol se oculta por la izquierda del balcón de Juanita ella se fuma el penúltimo pitillo. Todavía refresca en marzo y Juanita no quiere pillarse una pulmonía. No hay prisa alguna para irse a reunir con su marido: él está en el cielo y ella en la gloria de su balcón. El último cigarrillo del día se lo fumará Enriqueta en la cama y que se joda el marido, y que refunfuñe en su nicho si algo le molesta.

De vez en cuando esa gente de Vox la lían en la calle, y se meten con los moros que vinieron, y Juanita se acuerda de cuando los más catalanes de todos la liaban porqué no les gustaban los murcianos y los andaluces que llegaron al barrio. A nadie le gustan los pobres, y menos cuando no hablan catalán. Juanita termina su penúltimo pitillo y lanza un escupitajo a la calle y cree que le ha dado en la calvorota pelada de un cretino de esos.

Comentarios

  1. Muy bueno.
    Lo pondré en Tot...hago como Juanita...ya no te pido permiso.
    Un abrazo

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  2. """él está en el cielo y ella en la gloria de su balcón""". Muy bueno sí señor, ha sido una generación(me incluyo).que hemos trabajado mucho, las mujeres el doble. Es lo que me dice mi mujer, cuando le digo que me iré primero: "pues me esperas sentado..."jejjje.
    Saludos.

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    Respuestas
    1. Por alguna extraña razón la esperanza de vida se va igualando entre hombres y mujeres...

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