Iker Jiménez es un divulgador que empezó tratando de extraterrestres, fantasmas y aparecidos y luego derivó hacia la crónica negra salpicada de fenómenos extraños. Parecía muy entretenido para esas tristísimas noches de domingo, cuando el tedio se abraza a la amenaza del lunes. En este momento, lo maravilloso y lo raro le sientan muy bien al cuerpo.
Tras más de una década triunfando en la pantalla, Iker se dio cuenta de que el filón de los OVNIs y los espectros no daba para mucho más y empezó a buscar nuevos espacios de entretenimiento. Y fue así como descubrió, algún día, que las teorías conspiranoicas tienen mucho tirón. Después de eso vino lo inevitable: en vez de hablar de la invasión alienígena, empezó a hablar de la gran sustitución, esa teoría de la ultraderecha americana.
Iker, con su tono grave y afectado, nos desvela los datos que nos ocultan las autoridades, a saber: la violencia machista es cosa de inmigrantes, la delincuencia es cosa de inmigrantes y por fin lo más terrible de todo: hay un plan para sustituir a los verdaderos españoles por personas de otras razas y otras religiones. Los datos se presentan como un trabajo de alquimia o de desencriptación. Iker adopta un tono vehemente y se presenta como un periodista de veras, valiente y atrevido que lucha contra las falsedades del sistema. No se trata de que las mujeres españolas (españolas de pura cepa) tengan menos hijos... el dato alarmante de veras es que las españolas ya no paren y solo lo hacen las extranjeras. Así, concluye Iker con el rostro muy serio, los españoles seremos sustituidos en poco tiempo y la sacrosanta España de Don Pelayo (o de Guifré) se irá por la cloaca de la historia.
Uno se asombra ante la simpleza y la rudeza del razonamiento, y su capacidad para asustar. El miedo es, posiblemente, la emoción más poderosa que llevamos dentro y no hay truco más efectivo que despertarla para sacar buena tajada. Ese es el mecanismo de la ultraderecha global que tantos éxitos está cosechando en el mundo: estamos perdiendo la identidad, vamos a ser suplantados, nuestras esencias se perderán. Los pobres debemos luchar contra los pobres de otros orígenes geográficos, y debemos votar a los oligarcas patrios, esos de los apellidos compuestos y largos y las grandes haciendas.
Lo malo de todo eso es la timidez y los prejuicios de una izquierda enredada en el laberinto de otros debates identitarios, y de unas autoridades que se olvidan de su obligación pedagógica y que deben hablar de igualdad y de equidad con términos claros para desmontar bulos con datos reales y comprobables. Y, sobre todo, sin buenismos que solo engordan al monstruo de la ultraderecha.
En la Cataluña de los años 20 y 30 del siglo pasado todo era culpa de los inmigrantes murcianos: en un famoso libro de Carlos Sentís, (Viatge en Transmiserià: crònica viscuda de la primera gran emigració a Catalunya) el falangista de La Vanguardia contó que las mujeres murcianas de las barracas de Hospitalet parían a muchos más hijos que las catalanas del Eixample, y se temió, exactamente, lo que hoy nos cuenta Iker: Cataluña desaparecerá ante el potencial reproductor murciano. El libro de Sentís impactó mucho en un joven Jordi Pujol, dicho sea de paso. Sentís añadió datos sobre la menor capacidad intelectual murciana y otras lindezas, que es, también, lo mismo que se nos sugiere con los índices de criminalidad actuales: los de fuera son inferiores moralmente. Ni media palabra sobre desigualdades, miseria o falta de inversión en educación.
De alguna forma, visto des de Cataluña, el fenómeno de Iker nos remite al aparato propagandístico identitario de los años duros del independentismo procesista: que las clases bajas se peleen entre ellas por defender la identidad cultural y se olviden de la indignidad, la precariedad y la injusticia.
Si no estic mal informat, Múrcia es va repoblar amb gent del lumpen de Catalunya i Aragó quan varen marxar els àrabs (o mossàrabs). En cas de ser així, Sentís estaria menystenint als seus, Pujol inclòs..
ResponderEliminarÉs una visió curiosa.
EliminarNo he visto nunca ese programa,pero si es verdad lo que dice,el 90% o más de la sangre catalana actual,es de origen alienigena (murcianos de la huerta,andaluces de Jaén y Córdoba, maños de Aragon,gente de Marsella,gitanos del sur y franceses...).Las ideas supremacistas y de higiene de raza,no hay manera que desaparezcan.Tratar a las mujeres como conejas reproductoras,para aumentar y purificar la raza,no es nuevo.Las mujeres ultra ortodoxas sionistas de Israel,tiene 6 hijos como media,para aumentar la raza judía.
ResponderEliminarSaludos
En efecto, es muy triste: esa mirada supremacista parece mantenerse a pesar de la educación y el acceso a la cultura. La historia de la humanidad es una historia de migraciones.
EliminarDesconozco el programa, no a sí a Sentís, que dominaba toda la prensa impresa en Cataluña desde su atalaya de La Vanguardia.
ResponderEliminarFue secretario de Sanchez Mazas, conoció a todos los de la Falange y protagonizó hechos que han sido borrados, como el expolio de la biblioteca de Juan Ramón Jimenez.
Por lo demás, si este es catalán, yo soy alienígena.
El problema reside , siempre reside, en encontrarnos unos, superiores a los otros.
Un abrazo
No solo el supremacismo no tiene solución, si no que parece que vaya a más. Supongo que es la reacción a la globalización y a la difuminación de lo autóctono.
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