Una vez abierto el debate sobre la inmigración, nadie sabe adonde pueden llegar las ocurrencias. Hay quien propone expulsiones masivas, control férreo de las fronteras, cribados, exámenes para determinar el grado de integración de los extranjeros (¿ha aprendido catalán con ilusión? ¿baila sardanas con soltura?) y otras sandeces.
Los hay más moderados, que entienden que la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población europea hace necesaria la aportación humana des de otras partes del mundo. Pero entonces se preguntan ¿porqué los europeos no tienen descendencia? Y he leído una tesis muy osada: todo es culpa del animalismo y de los queers. Los primeros porque prefieren cuidar animales antes que hijos, y los segundos porqué practican una sexualidad que no conlleva vástagos. Siempre hay alguien dispuesto a señalar, como antaño se señalaba a las brujas, a los herejes, judíos o comunistas.
Y si bien es cierto que en algunas zonas viven más mascotas que niños y niñas, y que el mundo queer no suele procrear, este señalamiento no nos conduce a ningún otro lado que al fantasma de la extinción (la autoextinción, en este caso), pero no ofrece respuestas. Y es raro que nadie haya culpado todavía al feminismo, o las mujeres malas que practican el aborto. O a los satanistas que sacrifican bebés humanos en el altar de Astaroth.
Pero lo cierto es que a las mujeres se les exije que trabajen como si no fuesen madres, o que sean madres como si no trabajasen. Y eso dificulta la crianza, diría yo. Por no hablar de la todavía carga de trabajo tan desigual entre hombres y mujeres en lo que atañe al cuidado de los pequeños. En un mundo en el que los trabajadores y las trabajadores no llegan a fin de mes, y que se puede ser trabajador y miserable no resulta muy apetecible un embarazo.
Ante otra demostración práctica del fracaso del capitalismo, insaciable en la explotación de personas y demás recursos naturales, hay quien habla de importar personas como si hablara de importar microhips, ya que no se fabrican en la patria -por la dejadez del proletariado-, y se deben comprar fuera. Curiosamente, en el caso de los microchips ningún conspiranoico nos habla de la Gran Sustitución, eso que tanto preocupa al esencialismo catalán des de hace 150 años.
Lo que tengo claro,por mi entorno familiar,es que si una mujer quiere tener un hijo,hará todo lo posible por tenerlo,no le importará ni las políticas al respecto, ni su trabajo,nada.Lo contrario también es válido.
ResponderEliminarPor supuesto valora, todo lo que le rodea, familia,pareja o parejo.Todo,pero lo tendrá. Vamos a tener un nieto(todos nos implicaremos),que será 20 años más pequeño,que el mayor de mis nietos.La mar de contentos,todos.
Saludos
Todo eso es cierto, pero si la mujer sufre consecuencias nefastas en su trabajo por ser madre es posible que se lo piense dos veces. El descenso de la natalidad es un hecho evidente.
EliminarY más allá del número de afiliados, a quién representan. Es decir: a qué porcentaje de la población están representando.
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