Unos pocos años atrás, la directora de un centro público del Vallès se dirigió así a las familias que acudieron a la “Jornada de Portes Obertes”: tenemos la suerte de ser un centro sin inmigrantes, y por eso nuestros resultados son mejores. Y en estos días, tras conocerse los malos resultados del alumnado catalán en el último informe PISA, ha sido el propio Director General de Transformación Educativa quien ha culpado del fiasco a “la complejidad catalana”: la inmigración.
Sorprende que la señora Consellera todavía no se haya pronunciado, pero es esperable un plan urgente para mejorar los resultados, especialmente en comprensión lectora, que estará basado en alguna ocurrencia, otra más, sin aval científico por ninguna parte. Y también será esperable una mayor presión sobre la docencia, en especial en el asunto de la lengua catalana.
Se debe hablar igualmente del organismo que elabora las encuestas, una OCDE más interesada en mantener la educación en el lugar que más le conviene: la perpetuación de los segmentos sociales y la preparación de los futuros trabajadores, que deben ser hábiles y competentes mejor que cultos o críticos. Los valores del humanismo van desvaneciéndose y en su lugar aparecen las competencias.
No se puede soslayar lo que podría ser una injerencia del mundo empresarial en la educación, y por lo tanto cabe preguntarse entonces porqué países o comunidades autónomas de filiación más social, progresista o socialista desean competir en este foro, en el que año tras año se promociona a los mismos países, siempre asiáticos y de perfil capitalista duro: Singapur, Taiwán, Japón, Corea... en donde el modelo educativo es casi incomparable y basado en una competición extrema, muy lejos de los parámetros comprensivos e igualitaristas de los países europeos como el nuestro.
Sea como sea, la publicación de los resultados crea revuelos en Cataluña, que siempre ha hecho gala de tener un sistema educativo ejemplar, con resultados envidiables y que siempre se ha sentido pionera, vanguardista y envidiable. Todo el mundo tiene presente el mantra de la "inmersión lingüística como modelo de éxito", aunque eso jamás se haya demostrado con ningún estudio serio y ajeno a las autoridades educativas. La tendencia catalana de los últimos años no era muy halagadora, pero la de 2023 es demoledora: el retroceso es muy notable. Se puede inferir un alto grado de fracaso y una crisis del modelo.
El sistema actual crea enormes bolsas de alumnado que llega a certificar o a graduarse en la enseñanza obligatoria apenas sin haber aprobado nada, y orientados (o dirigidos, o empujados) a cursar una formación profesional básica que les crea unas bajas expectativas laborales y, por lo tanto, vitales. El alumnado que se lleva la peor parte es, invariablemente, de extracción social media baja o baja, y con preferencia por los hijos de extranjeros, esos a quienes se acusa de provocar un descenso de las estadísticas.
Lo que desvela el informe PISA es un viejo cuento catalán, la fábula para crédulos del mito de la acogida que el "procés" despojó de su máscara, que la directora de la escuela nombró sin tapujos, que el Director General estampó. Las sociedades identitarias se repliegan cuando vienen los malos tiempos y buscan a los culpables entre los que creen infiltrados, agentes externos que inundan sus calles. Y esas sociedades mandan a los hijos de los extranjeros hacia los estudios de más baja cualificación, para garantizarse la mano de obra barata del futuro. He ahí el resumen del informe.
Bueno....bueno...es que no sé si te has dado cuenta del "fet diferencial", aquel del que nos hablaba Josep Manel Oliva en La Vanguardia, y que decía así:
ResponderEliminar"...Que els catalans som diferents dels espanyols no cal discutir-ho. Començant per la llengua, podríem continuar amb la cultura, amb l'estructura social i econòmica del país i molts altres aspectes de la vida. Però tot i així, convé no oblidar que malgrat els fets diferencials dels catalans, també són moltes les semblances amb el poble espanyol..."
Quien manda, LLuis, que no es ni más ni menos que la derecha pura y dura, intentará por todos los medios que las cuatrocientas familias de las que hablaba Millet, sigan siendo siempre eso, cuatrocientas, y las mismas. Las mismas que se junten en el Liceo, el los premios al empresario catalán del año, en el barcelonés del año y en los colegios privados de alto standig, donde el informe Pisa no tiene sentido, porque los que van allí pueden prescindir de ser...el obrero del año.
Salut