Este es el cartelito para el 11 de septiembre de 2023. Ha pasado de la medida A3 a la A4, que en este caso es una división. Una división simbólica, también. Pero la esencia sigue ahí, concentrada como la peor mala leche.
Otra vez. De nuevo se convoca a los catalanes a la celebración del carlismo, otra vez se promueve una Cataluña secuestrada por la minoría tradicionalista, otra vez la Cataluña de unos cuantos, los que se creen dueños del cortijo, los ancestrales. Otro 11 de septiembre para el olvido, y para recordar que uno nace por casualidad en un lugar o en otro, y que eso tiene la misma trascendencia que nacer con dos orejas. Dijo Sófocles: “No haber nacido es, por encima de cualquier otro, el mejor premio.” Una vez nacidos, lo deseable sería haber nacido en un lugar más tolerante y abierto, más culto, más limpio, más ilustrado, más democrático, más republicano. Pero me tocó Cataluña. Y con eso tengo que lidiar. Con eso y con la Asamblea Nacional Catalana, que es la organización menos asamblearia de todas las conocidas.
Por si acaso alguien dudaba, la Asamblea Nacional ha repensado los principios clásicos del tradicionalismo: llibertat, llengua, país, sobirania. La lengua va en segundo lugar.
Respecto a la demanda de libertad, la curiosidad me corroe: ¿se refieren a la libertad que también exige Ayuso y que se está convirtiendo en el grito del neoliberalismo? ¿se trata de la libertad para los ricos, de su permiso para ser insolidarios?
Si se refieren a alguna otra libertad, me gustaría que me la expresaran con mayor concreción: ¿que es lo que quieren y no les está permitido? Yo diría que a los catalanes nos está vetado lo mismo que a cualquier español, desde Badajoz hasta Gerona. No conozco ninguna restricción regional, ya que incendiar contenedores de basura está prohibido, también, en Vegas Altas.
Sobre la lengua: teniendo en cuenta el promedio de edad de los seguidores de la ANC, no termino de comprender la defensa de la lengua que hacen. ¿Alguna ley española amenaza a la lengua catalana? Esos señores y a esas señoras de edad respetable deberían acordarse de la evolución que han visto en el asunto de la lengua. Y deberían reconocer que la lengua catalana goza de una enorme protección, de un enorme presupuesto, que es obligatoria en la educación reglada, que dispone de toda suerte de medios públicos y privados, y que todo eso lo hace amparada por los gobiernos y la Constitución, y a cargo del presupuesto del Estado.
Es más: si hoy en día algo amenaza a la lengua catalana es el fenómeno de la globalización y el abandono de sus propios hablantes, algo que debería promover una reflexión más seria: ¿es posible que el independentismo haya perjudicado severamente a la lengua catalana? Esa pregunta, que ofende a los independentistas, es pertinente: cuando algo se pretende imponer por la fuerza, suele generar rechazo y hay que ser muy cazurro para no contemplarlo.
Y tras la ambigua libertad y la lengua como bandera de la identidad, viene país. El mito del país antiguo, la fantasía medieval y el ensueño feudal. El mito premoderno, predemocrático y preilustrado que tanto les encanta. Banderas y estandartes, señores a caballo, doncellas cocinando en su casa, la caseta i l'hortet, los mismos delirios que inspiraban a Heinrich Himmler (el que huyó disfrazado de mujer para zafarse de la justicia).
El cartelito de la ANC deja a la sobirania para el cuarto y último lugar: cabe recordar que esa palabra fue la que inició el descenso hacia el identitarismo cuando la usó Artur Mas. El propio Mas se consideraba sobiranista, concepto raro y tímido, eufemístico. Es curioso que eviten el término nacionalista, quizás conscientes de que la palabra es vergonzosa por demasiado obvia. Y por fin el "Via Fora!", el grito del sometén.
Enfin, ya lo saben: si el día 11 de septiembre les da por ir a las manifestaciones de la ANC, que se prevén escasas y pobres, no se olviden de ponerse el uniforme carlista, con su boina roja, y llevar una estampita de la virgen y otra del General Cabrera, que hubiese ido con la ANC con gusto y con ganas.
"Via Fora!", el grito del Somatén.
ResponderEliminarAlgún día se habrá de hablar de lo que fue este ¿sindicato parapolicial catalán?, restablecido por Franco, y por qué habiendo, como hay una censura implacable contra todo lo que signifique anticatalán en el callejero, se dejan en las calles, sobre todo en El Puxet, zona rica por antonomasia, donde predomina su nombre, el de su señora, por cierto de los Güell y Bacigaluppi de toda la vida, e incluso sus hijas.
Carrer de Bertrán; carrer de Musitu; carrer de Elisa...
En la progresista Terrasa tenemos el "Carrer del Sometent Castellà", en honor al Somatén Joan Castellà, que murió en 1923. La dictadura de Primo de Rivera promovió de nuevo ese cuerpo paramilitar, que en aquellos años se dedicaba a la persecución de anarquistas.
EliminarAquesta és la descripció d'un país inexistent, pels segles dels segles, amén: "Una vez nacidos, lo deseable sería haber nacido en un lugar más tolerante y abierto, más culto, más limpio, más ilustrado, más democrático, más republicano".
ResponderEliminarNo hi ha països que comp'leixin tots els requisits, potser per això em resigno. Però sí que hi ha països molt millors que aquest. Pot ser que la gent no sigui molt més feliç, però els principis democràtics estan molt més clars i el benestar social és més evident.
EliminarMuy pero que muy mal tiene que estar la cosa para echar mano de viejos eslóganes que nadie recuerda. Estos nuevos ¿o viejos? cruzados de la Causa están empecinados y tienen como ideología el racarraca. Pero en el resto de España el racarraca es el de una derecha cada vez menos ilustrada y más montaraz y eso nos produce a muchos desasosiego. Creo se retroalimentan unos y otros.
ResponderEliminarPor supuesrto que el independentismo y Vox se retroalimentan y uno depende del otro. Puigdemont es el reverso de la medalla de Abascal y ambos son lo mismo: retroceso.
EliminarNo sé, pero recuerdo cuando pequeño,por los cincuenta que de v3z en cuando desfilaban por el centro los falangistas.Tambien,pero por separado,los requetes,me parece que también les decían carlistas y tradicionalistas.?son los mismos que estos carlistas catalanes?
ResponderEliminarSaludos
Entre los requetés y los falangistas de los años 50, nuestros actuales independentistas hay escasas diferencias: esencialismo, tradición, patria. Todo ello pretérito y con ausencia de democracia.
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