En algún lugar de Cataluña hay un libro, "La construcció de l'enemic interior". Se debe a un señor que se trata a sí mismo de intelectual y se llama Antoni Simon Tarrés (así, sin acento en Simon pero con acento en Tarrés). No le conocía de nada. El señor Simon afirma que la relación de España con Cataluña puede considerarse genocidio. Lo dice en estos días, en los que por la tele podemos ver los bombardeos sobre campos de refugiados en Gaza, sobre los que se discute si pueden ser actos genocidas o solo actos de guerra.
Lo único que me queda claro es que el "procés" catalán solo deja una evidencia palpable: el coste que tuvo sobre la masa forestal que se taló para imprimir tanto libro. No hay político indepe que se precie que no haya publicado su libro. Puigdemont publicó dos: "Me explico" y "La lluita a l'exili". Uno de 700 páginas y el otro de 300. Casi mil páginas destinadas al olvido profundo, árboles y más árboles sentenciados en nombre de la nada más vacía. Pobre mundo vegetal, ¡qué caro te salió el delirio catalán!
Luego están Junqueras, Rull y Turull, Romeva. Y luego políticos de segunda y tercera fila, y periodistas y supuestos periodistas, todo ellos buscando un lugar en los anaqueles. Rull (o Turull) -ya no me acuerdo y les confundo a menudo- publicó un libro de poesías bochornosas de tono patriótico místico: "1 dia d'octubre i 2 poemes al servei d'aquest poble". 200 páginas -que no son muchas páginas, pero me resulta difícil imaginar lectura más árdua. Posiblemente sea preferible leerse las 240 del Manual técnico y práctico de cables y accesorios para Media Tensión, bellamente editado por Prysmian Cables Spain en 2018.
Volvamos al genocidio catalán. Antoni Simon afirma que “El cas de Catalunya i dels catalans com a enemic interior del feixisme ultranacionalista espanyol s’ajustaria prou bé al nucli definidor que Lemkin feu de genocidi: un pla concebut per anihilar l’existència d’un grup ètnic nacional i, després, transsubstanciar-lo en una altra identitat nacional.”
[El caso de Cataluña y los catalanes como enemigo interior del fascismo ultranacionalista español se ajustaría muy bien a la definición que Lemkin hizo de "genocidio": un plan concebido para aniquilar la existencia de un grupo étnico nacional y luego transustanciarlo en otra identidad nacional].
Lo cuenta en una entrevista aquí.
Las frases no tienen desperdicio, aunque cuando uno las ha leído dos veces cree que ha caído en el interior de un agujero negro, donde la candidez se mezcla con algo indefinible pero muy lisérgico. ¿Un grupo étnico? ¿Transustanciarlo en otra identidad nacional?. Me temo que se puede intuir cual debe ser su línea de pensamiento, y se le debe reconocer un estilo alucinado muy digno de consideración.
Pocas semanas atrás, Jordi Amat escribió un artículo largo y bien armado en El País en donde contaba que tras el procés no se ha creado ningún aparato cultural digno de ser reseñado: no hay arte ni novela ni música, solo libritos oportunistas y situacionistas que se los lleva el viento en la primera ráfaga. Un procés sense cultura. Quizás Antoni Simon pensó que debía reaccionar ante Jordi Amat y se dispuso a escribir sobre el genocidio, como para crear un imaginario perenne.
Siempre me resultó intrigante descubrir que, quienes se sienten víctimas del genocidio catalán, sean diputados y diputadas, y gentes de buena posición en los ámbitos académicos y políticos y empresariales (o en ambos tres ámbitos a la vez), con casita en La Cerdaña o en Sant Cugat/Santa Matadepera, adinerados y lustrosos, con ese bronceado que solo puede verse en las pieles de la clase alta, ya que el bronceado del obrero suele tener otro tono.
El genocidio catalán es, sin duda alguna, el genocidio más bello y más llamativo en la historia de la humanidad.
Te explico: No te quepa duda que se lo han publicado porque el editor cobra la subvención del Ministeri d´Educació, por estar escrito en catalán, no te olvides del detalle. Sino, como no lo hubiera comprado nadie, no lo imprime.
ResponderEliminarEsas pequeñas cosas, que salen de los impuestos de todos, están, como siempre, escondidas al gran público.
Salut
Buena observación. Eso es la cultura catalana actual. El bazar de las subvenciones.
EliminarLluis, lo sé seguro, sino no lo pondría. Te podría hablar de un editor muy cassolá que se dedica precisamente al tema.
EliminarPrimero tantea al escritor, le explica las bondades de hacerlo en catalán, la diferencia entre la línea de distribución de una lengua y otra, porque la hay, créeme, la exposición en los anaqueles de la obra en las librerías, que también existe el detalle, y lo importante de que se haya de empezar por casa, y si va bien ya se hará en otros idiomas.
El editor cobra del Departament de la Generalitat correspondiente (hay que presentar el IBS y toda la parafarnalia) por ejemplares editados (no se ni la cantidad ni los dineros a percibir, ahí no me han dejado chafardear), pero edita sabiendo que no pierde dinero y que tendrá beneficio, sin dar más importancia al contenido, mucas veces patético del "escribano" de turno.
Así verás gran cantidad de memeces en las estanterías de las librerías.
PD: Fíjate en la editorial. No verás ninguna de prestigio que haya impreso en catalán una obra que no valga la pena, que también las hay.
Un abrazote