En "Solo los amantes sobreviven", cinta gótica romántica de Jim Jarmush, un vampiro que lleva tiempo en este raro sueño de los no-muertos pregunta nada más despertarse: "¿Ya empezaron las guerras del agua?".
En efecto, el agua es otro factor de desigualdad que produce tensiones, agravado por la sequía contumaz que se ceba en Cataluña. Hace muchos años, durante el tripartito de izquierdas en el gobierno autonómico, también hubo unos años de sequía. El Consejero de Medio Ambiente Francesc Baltasar, antiguo militante del PSUC, se encomendó a la Virgen María de Montserrat y le pidió lluvia con estas palabras: "Virgen, sabes que soy agnóstico pero si puedes hacer algo, hazlo". Conmovedor y catalán, amén de contener dos bellos decasílabos.
La anécdota provocó muchas risas en aquella Cataluña naíf del gobierno de Maragall. Un comunista rezando ante la Moreneta es algo muy gracioso en este supuesto país. El comunismo catalán siempre tuvo mucha debilidad por la Iglesia, con una visión del Jesucristo de los pobres que le convertía en un líder protosocialista allá en la remota Galilea. Si Jesucristo era de familia pobre, se argumentaba, era uno de los nuestros. Olvidándose de que Bakunin, por ejemplo, era hijo de una familia riquísima con tierras y más de mil siervos. O de que Benito Mussolini tuvo una infancia y una juventud muy pobres.
Dato curioso: tras su paso por el gobierno regional y los rezos, Baltasar cruzó la puerta giratoria y se instaló como consultor en Agbar, la empresa privada que gestiona el agua catalana. El giro nos hace volver a la plegaria que le dedicó a la Moreneta: ¿qué le pidió, en realidad?
Las penas nos obligan a ladear la cabeza y mirar al cielo, a ese cielo metafísico habitado por divinidades indiferentes que prometieron. Prometer solo lo pueden hacer los poderosos, y a los de abajo no nos queda otra que recordarles que somos buenos y que nos merecemos lo prometido. Al niño gamberro el padre le promete su juguete preferido el día 6 de enero a cambio de que se porte bien. Por ese motivo el niño empieza su carta al rey Baltasar con la frase: "Me he portado bien y merezco...".
Yahvé prometió la tierra al pueblo de Israel, pero el pueblo de Israel consiguió la tierra a base de cañonazos y bombas de fósforo blanco, harto de esperar el cumplimiento de la promesa divina. Pero ese es otro asunto. El capitalismo nos promete el crecimiento económico infinito y así andamos todos, creyendo que con nuestra buena conducta lograremos ser cada vez más ricos y más felices, nadando en una bañera futura llena de dólares, como el Tío Gilito.
Debe ser por eso que soñamos el fin del mundo en vez del fin del capitalismo. Puede que prefiramos la extinción antes que la quiebra del sistema. Fíjense ustedes en que, incluso en las películas apocalípticas, los supervivientes siguen en la economía de mercado tras la hecatombe. Siguen creyendo en la promesa. No es tan raro, pues, que un comunista catalán le ruegue lluvia a una virgen de madera. Una vez como asesor en Agbar, Baltasar prefirió la mejora salarial para sí mismo. Promesa cumplida. Y los embalses ya los llenará Tláloc, el dios de la lluvia náhuatl.
No solo el dios de la lluvia llora sobre México, también por estos lares, aunque en amplias zonas de Europa, según cuentas las crónicas televisivas, estos días sea castigo por su exceso. Cualquier día no se libran los Päisos.
ResponderEliminarLa lluvia está muy mal repartida. En Europa central les sobra lluvia. Igual las vírgenes centroeuropeas son más eficaces que la Moreneta.
EliminarSi hay un pueblo en quien porfiar la llegada de la lluvia, este es el Cherokee. Posiblemente, la cultura catalana y la de este pueblo nativo de EE. UU. estén en las antípodas, y quizá por ello, no sabría decirlo con rotundidad, aquí sólo dancemos la Danza del Ibex.
ResponderEliminarCon la primera sería probable que cayeran algunas gotas, no puedo aseverarlo, si puedo decir que con la segunda sólo hay secano.
Salut