Ir al contenido principal

LA MUJER DE LA LIMPIEZA


Es costumbre mencionar a las mujeres que limpian como ejemplo de trabajo digno. A mi me parece más bien ejemplo de explotación, lo cual no le quita dignidad a la persona explotada. Todos queremos ser dignos sin ser explotados, cosa que no resulta fácil. Diría que un trabajo digno es aquel en el que no se saca beneficio de abusar, engañar o dañar a otros. Así pues, trabajos dignos hay muchos, y la indignidad podría estar en la forma de ejercerlo: el médico descuidado que diagnostica mal, el maestro gandul que no se prepara las clases, el arquitecto inepto que hunde edificios. Siendo la medicina, el magisterio o la arquitectura nobles trabajos dignos, podrían dejar de serlo.

En el ejemplo de la mujer de la limpieza debo citarles a una escritora extraordinaria, Lucia Berlin, y recomendarles uno de los mejores libros de cuentos que he leído en mi vida: "Manual para mujeres de la limpieza".  Allí descubrirán que la mujer de la limpieza es una persona tan compleja como cualquier otra, y quizás se les pasarán las ganas de usar su trabajo como ejemplo de algo.

Yo creo que esta señora, la exalcaldesa de Pamplona Cristina Ibarrola, ha metido la pata con su mención a las limpiadoras, pero sobre todo porque no tuvo en cuenta los tiempos de vigilancia en los que vivimos, esa permanente inquisición, esa lupa estricta que todo lo rastrea. Podía haber buscado cualquier otro ejemplo, y el suyo es desafortunado. Pero dudo que contenga ningún machismo ni desprecio. Lo que le pasa a Cristina Ibarrola es que todo en ella huele a clase alta: el gesto, el atuendo, el peinado. Ese porte altanero de las personas de buena cuna. Nadie es culpable de nacer aquí o allá, pero los políticos deberían ser algo más ejemplares y cuidadosos. 

¿La señora Ibarrola desconoce el mercado laboral y en su imaginario solo contempla ser alcaldesa o limpiar casas? Si se mira el catálogo de la formación profesional verá que hay muchos otros trabajos dignos y menos explotados. Por lo que se puede leer, Ibarrola és médico. Entonces... ¿por qué no dijo "prefiero ejercer la medicina antes que pactar con Bildu"?

Algo anda mal en la profesión política, que lleva camino de ser indigna. El nivel del discurso desciende y no se ve el fondo. Quizás porque hacia abajo no hay final, o quizás porque creen que se debe hablar tal como se habla con el codo en la barra del bar, coloquial y tal, para que una ciudadanía ignorante nos entienda. El pueblo es tonto. Hay un viejo chiste sobre esto: "La izquierda cree que el pueblo es tonto; la derecha lo sabe". Me gusta la fruta. Ala, reíros, malditos.

Debo decir que una vez contraté a una mujer de la limpieza. En aquel tiempo desempeñaba dos trabajos y el estado del piso decaía a toda marcha. La mujer adoptó una actitud analítica que me sorprendió, hizo un diagnóstico de mi casa y luego de mi vida, y me dijo las cosas que debería corregir: me propuso cambios, compró enseres necesarios, me enseñó trucos, mejoró mi vida. Ojalá se hubiese dedicado a la política. A cambio, yo le ayudé a buscar otro trabajo y muy a mi pesar dejó de venir a limpiar. Ella siempre lo sintió como un trabajo indigno.

Comentarios

  1. Algo anda mal en la profesión política, que lleva camino de ser indigna"
    Creo que esa frase encaja todo el comentario que iba a insertar.
    No es necesario escribir mucho más, salvo aquello de: el subconsciente muchas veces nos traiciona.
    Un abrazo y buen año, amic ¡

    ResponderEliminar
  2. Por fin alguien comenta esta noticia con algo de seny y sin insultar nuestra inteligencia. Muy bien escrito como siempre. Salud.

    ResponderEliminar
  3. De los navarros os podría contar muchas cosas, son peculiares para lo bueno y para lo malo (o no tan bueno, que no gusta a muchos oír la palabra malo) Pero lo dejo para una charla de café en alguna ocasión. Salud y conjura (y exorcismo si es preciso) contra la polarización de los ignorantes.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

UNA CRISIS DE FE

Hace algunos años, alguien me dijo que mi profesión era la mejor profesión del mundo. Yo me quedé perplejo porqué no había pensando jamás que la docencia pudiera ser la mejor profesión del mundo, y mucho menos a las cinco y pico de la tarde, cuando una sale de la escuela agotado, con un teneue hilillo de voz, con ganas de llegar a casa, tumbarse en un sofá y contemplar el blanco del techo en silencio. Ni música ni ná, solo el arrullo del silencio por fin. Alguna vez pensé que la mejor profesión del mundo es la del periodista porqué tiene algo de aventurero, de espía, de detective, de aventurero y de todas aquellas cosas que nos hacen pensar en una vida trepidante. Exceptuando al periodista deportivo, por el cual siento una gran pena compasiva. Cursé los estudios de magisterio después de haber empezado los de filosofía y de filología porqué pensé que uno está obligado a devolverle a la sociedad algo de lo que ha recibido de ella, no porqué creyera que es euna profesión bella o mejor que...

Mateo 19,14. Dejad que los niños vengan a mi

La literatura europea en general, y la española en particular, están trufadas de sacerdotes, curas y párrocos de escasa moralidad y muy devotos de los placeres mundanos. Tripudos tragones y dipsómanos, seductores y sicalípticos, avaros, codiciosos. En este sentido, no hay nada nuevo. A mi me gusta en especial una novela portuguesa, El crimen del Padre Amaro , del genial Eça de Queiroz. Pero hay muchas más. Cuando era niño conocí a un párroco de pueblo, de una pequeña parroquia pirenaica, que vivía en estrecha comunión con su mayordoma, una viuda huraña y asalvajada, un saco de huesos cubierto por una maleza hirsuta de pelo negro. Al párroco rural le gustaban las mujeres. O más o menos. Ignoro si el hombre, sanguíneo y de talante rijoso, también gustaba de otras carnes. Vamos a suponer que el concubinato le tenía satisfecho, o más o menos. Lo más bueno es que todo el mundo sabe, todos han oído algo, saben de una cuñada que conoce a alguien, el asunto es del dominio público. Las manos la...

ESPAÑA Y LOS JUGUETES ROTOS

El bar está en los bajos de un enorme bloque de pisos de estética franquista, aunque esos bloques para familias obreras también están en los suburbios de Bucarest, de Sofía, de Vílnius, de  Riga. Los vi en Milán y en Saint-Denis y en Badia del Vallès. Son las 10 y media de la mañana, el local está silencioso y en penumbra. Hay una mujer de unos cincuenta años echándole monedas a la tragaperras y luego, más al fondo, dos hombres, posiblemente jubilados y más bien resquebrajados, cada uno en su mesita. Uno de ellos tiene un cortado enfrente, el otro una mediana. Ambos contemplan la enorme pantalla del televisor, en donde retumba la tertulia matinal de Antena 3. En la pantalla hay tres mujeres rubias. Una de ellas es consejera de la Comunidad de Madrid y las otras dos, tertulianas o periodistas. Todas rubias y bronceadas. Ayer hubo una agresión sexual contra la trabajadora de un centro de menores y la culpa la tiene Pedro Sánchez, conclusión que todo el mundo aplaude en la pantalla. E...