La cultura (más bien la cultureta) catalana lleva décadas hundida en el sopor y el aburrimiento. Los nombres de los actores y actrices culturales se repiten hasta la saciedad, son monótonos y previsibles, poseídos por un bochornoso deseo de gustar (que se traduce por el mercantil deseo de vender). No les voy a poner ejemplos: todo el mundo se sabe esos nombres de memoria.
La irrupción de Juana Dolores (Juana Dolores Romero), hace un par de años, abofeteó al triste paisaje de las letras catalanas. Un primer revulsivo. Tras muchos años de literatura carrinclona, llegó la bofetada de Juana Dolores. Otra literatura en catalán es posible. Y es molesta. Aleluya.Ella supo amortizar muy bien un pequeño premio literario de poesía (de una parroquia barcelonesa) para, a codazo limpio, presentarse en sociedad y lanzar su primer y ansioso "aquí estoy". Me llamó mucho la atención: yo llevaba ya varios años completamente desentendido del panorama de las letras catalanas, completamente ajeno. El "procés" me alejó de la prensa y las letras catalanas, ya que todo lo que aparecía se ajustaba al canon del mainstream nacionalista. Es decir, al aparato del régimen. Por principio, cualquier autor que escriba para gustar a un régimen me parece despreciable. Es decir, prescindible por completo.
Juana Dolores Romero me pareció una persona ansiosa. En el buen sentido: una persona que sabe que ha venido a incordiar. Por primera vez en muchas décadas, apareció en Cataluña una escritora que era un incordio. Por primera vez sucedía algo en el oasis (un oasis que es una balsa de agua estancada y sucia, venenosa). Juana Dolores sabe que tiene algo que contar, y que ese algo es urgente. En otras palabras: es una artista de verdad. Por eso es incómoda y disruptiva.
Su paso por un tedioso programa de Tv3 (conducido por el tedioso Xavier Grasset, antaño graciosón y hoy un amable servidor del poder autonómico) supo aprovecharlo para volver a los titulares. De nuevo, Juana Dolores actuó con ansiedad, incluso con torpeza. Pero eran la ansiedad y la torpeza de la artista, descarada, lenguaraz, incordiante.
Leí parte de su "Requiem", texto en verso publicado por Edicions Poncianes (por Joan Ponç, otro incordio de la cultura catalana) y debo decir que me sorprendió su capacidad por convertir en poema unos textos que muchas veces parecen panfletos llenos de ira, de mala leche: de nuevo pude constatar que Juana Dolores es un milagro en el paisaje de las letras en catalán, adormecido y pútrido. Los textos se acercan al misticismo. A veces a un misticismo alegremente gamberro, a veces a un misticismo místico, casi gótico e incomprensible. Tal como debe ser el misticismo. No creo haber comprendido gran cosa de su tesis, y eso también me alegra. Juana Dolores me ha puesto en la incertidumbre y en la ansiedad que laten dentro de ella. ¿Qué más se le puede pedir al arte?
Juana Dolores me llevó a recordar la que -para mi- es la mejor novela catalana de Terenci Moix: "El sexo de los ángeles", una salvaje disección de la cultureta escrita contra todas y todos y todo. Me pregunté qué hubiese dicho Moix de la irrupción de Juana Dolores, con toda su ansiedad. Me temo que hubiera aplaudido hasta rabiar. Pero eso es incierto.
Por primera vez en muchos años (más de una década) vuelvo a leer poesía en catalán.
Me gusta que sea descarada y aproveche el tiempo para decir lo que piensa. Todos se dan codazos para su minuto de gloria y arrimarse al pecunio de los que mandan, pero esta mujer lo tiene claro.
ResponderEliminarEspero que continúe. No sabía que el Sr Ponç tuviera una editorial.
La editorial Ponciana (la acabo de descubrir) no era del señor Joan Ponç, si no que se inició para publicar trabajos sobre su obra. Una curiosidad y un catálogo interesante.
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